Tuesday, August 26, 2008

Me desperté temprano y mientras se calentaba el agua bajé a ver televisión. Un hombre, de alrededor de cuarenta años, canoso, con una calvicie avanzada, mostraba al auditorio como hacer floreros. Sonreía a la cámara, cortaba flores, las acomodaba en los jarrones metálicos, decía cosas como: "cada florero es una representación del hombre. Si ustedes ajustan mucho, verán, las flores se notan desproporcionadas..." Y así continuó y mientras el agua se calentaba y yo miraba de reojo a la gata echada bajo el mueble de la televisión y el hombre continuaba cortando las flores, lenta, pacientemente, que ganas me dieron entonces, al oír cómo se apagaba el boiler simplemente tener esas manos, aquellas tijeras y estar midiendo en las flores y su acomodo el lento despertar de una vida.

Sunday, August 24, 2008

Días y años

Hoy estuve enfermo todo el día. No sé si por el estres o las malditas dudas existenciales pero me provocaron una baja a mis defensas. Como hace mucho no pasaban estuve tirado en cama todo el día. Dormía, me arrastraba a la tele, veía tele, me arrastraba a la cama a dormir. El doctor me recetó tres cosas que ya me tomé y volví a casa sólo a dormir. Vaya domingo feliz, pero el trabajo se me ha retrasado un poco más por estas 48 horas de no hacer nada.
Noticia feliz
Mi padre tiene diabetes (lo que no es una noticia feliz, para nada) y mi abuelo materno también (tampoco es una noticia feliz) así que estuve días sacándole la vuelta a la prueba de la diabetes, sobre todo por los kilos de más y la hipertensión. Así que hoy, aprovechando que estaba con el doctor me hice una breve prueba. El resultado, estoy limpio.
Ya un año
Hace un año, a esta hora, estábamos en casa festejando. O creo que más bien iba a la iglesia a ayudar a poner unos cortineros. No lo recuerdo bien. Pero ha sido un año de profundos cambios en todos los sentidos. De no saber nada de edición, aprendí mucho de JSA y ahora soy editor. De vivir en una casita de escasos 40 mts cuadrados, ahora vivimos en una de casi 95. De andar en metro todos los santos días, ahora andamos en el Garusito, ya saben, esa manía de ponerle nombre a las cosas que tenemos los mexicanos. Y también, casi, un año sin escribir y lo peor ante la sequía es que no se acaban las invitaciones para publicar. Así que ha sido un año rudo, pero bueno y aunque ahorita nuestro fondo en común es de 100 pesos tengo fe de que pronto eso cambiará, claro si en la editorial finalmente se dignan a pagarme.

Wednesday, August 06, 2008

Mi calle

Imagino que se muere lo mismo de enfermedad que de nostalgia. Llega un punto en el cual, si la vida es demasiado larga, en la que o sólo traes abulia o bien, una nostalgia incendiaria por todo lo que se fue. Eso pensé cuando leí Confieso que he vivido, de Neruda. Leer sus últimas cartas sobre sus amigos muertos me hizo sentir tal empatía por el poeta chileno que incluso en mi cursi sentimentalismo, le escribí una carta.
Será que a mí siempre me está preocupando o estoy pensando en los tiempos del fin. No pienso en la vida llena ni en cómo se me llenará de hijos o de ansiedades, sino en cómo será cuando todo aquello ganado sea algo ya perdido. Será que estimo a la nostalgia como un bien y no como un mal. A veces pienso en aquellos años que se fueron cuando jugaba con el resto de los chicos de la cuadra. Veíamos televisión en casa de un vecino y jugábamos al atari, pasándonos el control sudoroso porque nunca jugamos atari antes del futbol o del beisbol. Y esos chiquillos, todos son lo que nunca pensé. Mi primo Héctor estuvo a punto de morir por convulsiones y hoy es padre de una niña y un niño. Son tan desconocidos para mí, a diferencia de lo que creo conocí bien a mi primo Héctor durante un tiempo. Mi primo Pepe aun no se casa. Le gusta el heavy metal. Nabor murió y hace días me hicieron recordarlo en una presentación. Nati se casó pero vive en un cuartito al fondo del terreno donde está la casa de su madre. Jaimito o Jaime, era muy bueno para inventar historias. Jaime Piñas le decíamos. Todo mundo aseguraba que terminaría siendo un gran abogado y lo curioso es que ahora no sé ni en qué trabaja.
Así puedo ir diciendo la radiografía de un tiempo ido y se me calientan los dedos de la emoción al recordar la vieja casa de don Jaimito (no era cartero sino carretonero). Cuando el balón se volaba a su casa teníamos que estar ahí platicando con él hasta que nos los devolvía. Qué soledad la de aquel viejo. Una vez nos contó que lo habían apuñalado en San Francisco y nos mostró orgulloso la cicatriz de la herida que le había tronado un pulmón.
Del resto, poco se sabe. frente a la casa vivía el dueño de más de nueve camiones de la ruta de la colonia. Hacerle la parada a alguno en el centro y ver que lo conducía él o alguno de sus hermanos era medio bochornoso porque no nos cobraba, pero al mismo tiempo se sentía muy bien saber que teníamos amigos con "influencias". Antes de la crisis del 94 don Chávalo, como se llama, intentó adueñarse de toda la ruta pero el tiro el salió por la culata. Terminó acabándose sus camiones en una ruta que iba por malos terrenos y sin tanto pasaje. Le embargaron la casa y si bien se mudó a un par de calles ya nunca tuvo el poder que de alguna manera le estaba destinado.
Todos viboréabamos a sus hijas por guapas y por apartadas. Sólo una vez se dignaron a jugar con nosotros, una noche, cuando el calor reblandecía hasta los aires de riqueza.
Riri y su esposa también se cambiaron. No sé qué fue de ellos. Tenía una hermana cuyo nombre no recuerdo ahora, que se había casado con un tipo allá en los United. Volvieron en una época de vacas flacas y me pasaba las noches platicando con ellos. Les mostraba mis primeros textos y ellos me tomaban en serio. Tal vez fue su ánimo el que me hizo pensar que tal vez en esto había futuro. Nunca más he vuelto a verlos. Luego en su casa vivieron unos chicos que vendían drogas y cuando se fueron llegó una familia más callada de la que no sé nada.
Toño Loco se fue a los Estados Unidos y me dice su mamá, Martha, que tiene dos hijos y un negocio. Qué bien por él. Toño Loco, por algo le decíamos Loco, era bravo, bailador y saleroso. Me gustaría luego verlo aunque no sé para qué. Así podría seguir con esta charla. La nostalgia una vez que abre sus puertas es infinita.

Friday, August 01, 2008

Fondas

Hay una fonda muy cerca de la oficina a la que me gusta ir a comer. No tiene nada más allá del otro mundo e incluso, debería de decir que es uno de esos sitios a los que no te metes de entrada, pero eso es muchas veces el verdadero encanto de los lugares. Me gusta sentarme en especial en la barra junto a la plancha para cocinar. Como si fuera un caldero mágico, junto a la plancha se amontonan cazuelas humeantes y de caldos espesos y que burbujean al ritmo del calor sus amoras salsas y especies. En una hay costilla de cerdo en salsa verde con papas, en la otra hay pollo con calabazas y salsa de achiote, en otra más hay espinazo con verdolagas y en una esquina de la plancha, siempre caliente, una cazuela con un altero de arroz rojo, frijoles negros en bola y una cazuela más de chilaquiles picosos y crujientes. Las cucharas entre en un guiso y en otro hasta servir suculentos pedazos de pollo o de costilla mientras rápido les ponen de guarnición chilaquiles, arroz o frijoles. Lo sorprendente del caso es que a un lado de la plancha se amontonan montañas de carne de bisteck o costilla, milanesas empanizadas o pescado a punto de cocer junto a chiles toreados y cebollas asadas. La señora que despacha se mueve con agilidad, los platos se multiplican en sus manos. En, sin duda, la cuchara más rápida de la zona ya que en pocos minutos sirve costillas, cecinas enchiladas, pescados empanizados, verdolagas. Las cucharas sale del arroz y se meten en el caldo de achiote, unifica salsas sobre el comal inmeso, mojas tortillas con un chisguete de la salsa del guiso de costilla de cerdo, le unta al arroz un poco del caldo de los frijoles negros. Y la gente, come y come. Y yo, la verdad, es que no sólo como ahí. También se alimenta mi imaginación ante esos procesos. Luego, intento escribirlos aquí o en otras páginas en blanco.