En la oficina poca gente me saluda. Yo las entiendo, están en las alturas de los programas editoriales del país. Son la crema y nata del sistema literario. Aunque estoy en el pasillo, pasan con aire altivo, o prefieren mirar hacia la otra pared en lugar de decir un cortés: hola o buenos días, pero hoy recapitulé que hay una chiquilla nerviosa, traviesa, que tampoco lo hace. Es la asistente del diseñador en jefe. Saluda a la chica del escritorio de al lado, a la mujer del escritorio a mi otro lado pero a mí, silencio, silencio, mirada hacia la otra pared. Yo me le quedo viendo, le clavo los ojos en la espalda. Nada, nada, nada. Al menos mi jefe, cuando pasa, se queda un rato y después se va.
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4 comments:
Hola, Toño.
Al menos recibe este saludo que frecuentemente tampoco recibe una respuesta, acá en la UNAM.
jajajaja, ¿la gordita de peluca que se cree fashion?
O
ese mangelacosta.... es re feo, no... pero bueno, ta nos saludarán los amigos.
Hay ocasiones en que quisieras que no te dirigieran ni un saludo, menos la mirada, o peor aún: que te dirijan una conversación.
Es tan nauseabundo para mí invertir mi tiempo en conversaciones tan insulsas como:
"Anoche fuimos a un antro, y antier al cine. Mañana vamos al club, y el fin tenemos la cena mensual del equipo"
No solo los contenidos que circundan esas conversaciones me asquean, no, sino que lo platiquen a los empleados que estamos de más abajo, esos que no nos queda tiempo ni para la familia, y no solo tiempo, ni un centavo para malgastarlo como ellos.
Buena salud a todos.
(SALUD, NO SALUDO)
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