Llego y la gata está comiéndose una salchicha que medio cocí el domingo. Está bien escondidita bajo la escalera. La llamo y nomás pela los ojoyos, para las orejillas y maulla. Ya me acerco y sí, está muerde y muerde y ronronea como si nunca le diéramos de comer. Me decepcionas, Nadja, le digo pero ella sigue comiendo feliz, feliz, igual y recuerda cuando era gata callejera y una salchicha en la calle era un manjar. Igual.
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3 comments:
Por lo menos no olvida de dónde viene ;)
jajajaja, eso es muy cierto.
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