A veces extraño aquel autobús en la noche, las estrellas, la amarga oscuridad que se enfríaba alrededor. Yo iba con el pecho recargado en el respaldo del autobús y hablaba con Jessica y Rodolfo, quienes iban en el asiento siguiente al mío. Les contaba historias. Lo que quería hacer cuando tuviera 31 años. Y el autobús se evaporaba sobre la carretera como si ambos fueran un sueño.
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