Sunday, September 28, 2008

Constancia

Se llama Francisco. Es mi suegro. Después de estas últimas tres semanas tan cáóticas, tan tristes, tan grises, el que haya venido hasta acá, desde Monterrey, nos dejó el ánimo lúcido, perfecto. Yo le agradezco todo lo que ha hecho siempre por nosotros. Cuando lo conocí, veníamos de casa de mi abuela, de comer. Él no lo sabía. Llegó a casa (su casa) con tamales oaxaqueños y nos invitó. Yo nunca le digo que no a la comida, jajaja, pero esa vez sí tuve qué hacer un esfuerzo. Era la primera vez que él me ofrecía de comer y no me iba a hacer el delicado.
Mi suegro, también, fue quien nos casó. Un día antes de la boda colgaba bien unas cortinas en la iglesia. Más aún. Como no se nos había ocurrido dónde sentarnos o estar de pie en la ceremonia, mi suegro se puso a hacer, ese sábado, una pequeña banca de madera donde nos sentamos. Son muchas cosas, en fin, qué decir, pero quiero dejar esta pequeña y breve constancia a ti, lector, que te asomas a este blog a leer o a enjuiciar lo que escribo; una breve constancia del amor de un yerno por su suegro. Ahora, es la una y media. Me voy a la tele a ver la fórmula 1.