Thursday, May 31, 2007

La lluvia y el cumpleaños

La lluvia me sigue. Desde Cancún, lugar al que llego, traigo la lluvia conmigo. Salgo de presentar mi libro y ya están afuera esperándome las gotas limpias y caribeñas. Camino a Tulum el agua anegó la carretera, pero a la hora de la lectura me permitió una ventana de paz nublada. Al salir, ya estaba de nuevo el agua siguiendome la espalda y yo dejando que me alcanzara. Hoy, en las espléndidas ruinas de Cobá, sólo por un instante estuve libre de agua. Anduve en bicicleta por el scabé dorado y me detuve a ver las construcciones para el juego de pelota y más tarde subí a la portentosa pirámide principal de Cobá y miré las selva, las colinas verdes que se extendían a todas direcciones y lejos, sí, muy lejos, miré unas nubes negras que no tardarían en alcanzarme. Camino a Carrillo Puerto nuevamente llovió y el agua fue tan terca que incluso dentro del autobús, mientras miraba la película de Zahara (ese desierto mordisqueable), algunas gotas se coloran hasta mi asiento y bañaron mi mochila y en el rostro. Para venir a este internet, también llovió. Hoy presentaré mi libro de nuevo con un chipi chipi incesante. En el norte, la lluvia es de buena suerte: creo que la tendré.
Los 30 años
He pasado mis días previos y posteriores a los mi 30 aniversario viendo gente nueva, reconociendo lugares: Oaxaca, San Agustin Etla, Monterrey, Cancún, Tulum, Carrillo Puerto. He recorrido en estas dos o tres semanas la mayor cantidad de kilómetros de mi vida: en avión, en autobús, en taxi, en bici y a pie. Un hombre, creo, es tambien el resultado de lo que camina: he visto en estas semanas un desfile de mujeres con huipil camino a la iglesia de Santo Domingo, a una anciana manca y muda pidiendo limosna en una calle en Carrillo Puerto, a muchachos con uniforme naranja en la carretera a Cobá y desde el aire, la forma como el mar se detiene en la playa. Y la lluvia, claro: la lluvia ha seguido junto a mí. Y a todos los lugares a los que he ido, he llevado mis libros por delante: he viajado gracias a ellos: a Necrologías, a Dejaré esta calle y a Felinos. Sin embargo, sigo estando a la expectativa: todo me parece fabuloso, por eso no puedo hacer un examen a conciencia. Tal vez no haya que hacerlo. Soy feliz y no me doy cuenta o sí me doy cuenta pero callo mi euforia y miro, miro, sigo mirando las carreteras y sus líneas amarillas: seguro conducen a una parte.
O
Me conduce la carretera a ti.

Saturday, May 26, 2007

Uff... 30

Wednesday, May 23, 2007

Este proceso de adelgazar me ha modificado mucho no sólo físicamente. Hoy llegué a 88 kilos, cifra impensada. Al salir del consultorio me dije, bueno, ya me dieron permiso de dieta libre gracias al viaje a Monterrey. Y me dije, ah, me voy a comer unos tlacoyos, como los que vi ayer en el programa de cocina del canal 11. Y caminé pero cuando llegué con los tlacoyos me dije: no, mucha grasa. Pasé por un puesto de licuados y dije, no demasiada azúcar. Así fui desechando puesto tras puesto mientras avanzaba a lo largo de 9 calles. ¿Tortas? No, muy pesado para la mañana. ¿Tacos? Nombre, eso es pura grasa. Y así caminé con hambre y todo hasta que llegué al Sumesa y terminé comprándome dos manzanas. Sí: dos verdes y frescas manzanas. Es lo que desayuno en este momento que escribo. ¿Quién me rescatará de la comida saludable?

Monday, May 21, 2007

Breviarios familiares

Abuelo Eugenio

La herencia de mi abuelo fue una herencia de muerte: antes de él y después de él, prometí que nunca más vería a mis muertos en el ataúd. Me despidió con una sonrisa aquella tarde ahora fría y cuando volví a casa me dijeron. No pude llorar durante su funeral: no me acerqué a su féretro. De mi abuelo sólo quedó para mí la sonrisa con la que me despidió con unas bendecidas palabras: “que te vaya bien, mijo.” Y lo dejé ahí, para siempre, recostado en la cama, cubiertas las piernas con una colcha de cuadros, la sien protegida con su gorro azul. No le lloré. Hice el intento; pero no le lloré. Sin embargo, miles de rostros de mi abuelo aparecen a veces frente a mí: la ausencia de su rostro muerto en mis recuerdos ha dado cabida a otros a veces misteriosos, otras festivos. Volví a oír de él por boca de mi abuela la tarde que presenté mi libro en Monterrey, en las calles donde él se sentaba a mirarnos camino a la secundaria. La presentación avanzó con rumbo normal. Cuando hablé empezaron a cantar cigarras en los árboles vecinos. Al terminar el evento fui con mi abuela y me dijo: “¿las oíste?” “¿Oír qué?”. “Las cigarras, ¿oíste las cigarras?” “Ah, sí, claro que las oí.” Entonces mi abuela suspiró y dijo: “te viniron a ver, Martha, Rubén, Genio, todos vinieron aquí para estar otra vez con nosotros.” Sólo sentí un escalofrío y busqué en los árboles sin encontrar nada. Sí, la muerte de mi abuelo me dejó una herencia de muerte: no ver nunca en la vergüenza de esos féretros; pero ahora, gracias a mi abuela esa herencia ha cambiado: escuchar en las cigarras a mi familia: escuchar con el canto de las cigarras a todos mis muertos que vuelan, que vienen, que están aquí conmigo; esperando que yo también me vuelva canto.

Saturday, May 19, 2007

Oaxaca

Oaxaca es música, son olores, son colores. Mientras camino por el mercado sólo puedo asombrarme ante el desfile multicolor de las frutas y las flores: los pasillos huelen a cuero, a engrudo y cebollas y del área de comidas viene una nube blanca que sabe a tasajo, a cecina enchilada y cebollas. Oaxaca sabe a una raíz de lo mexicano. En el hotel, con una pequeña fuente al centro, parlotean mirlos, canarios y otras aves cuyo nombre no conozco. En la calle las señoras extienden huipiles, rebozos naranjas que me producen ansiedad en el paladar y ganas de morder las paredes. Por la mañana, la señora Yolanda, la directora del ICC, nos llevó a San Agustín Etla, el pueblo donde el maestro Toledo fundó el Centro San Agustín. Entrar a esa construcción es remontarse, al menos por breves segundos en un paraíso donde la arquitectura y el agua tienen no sólo una función arquitectónica, sino lúdica. Espejos de agua se encuentran tras las escaleras o pequeños estanques iluminan los techos. Del techo de la nave principal (el centro fue antes una fábrica de hilados) bajan cortinas de agua que refrescan el interior de los edificios y bajan por la montaña en surcos.
Es tarde y dentro de un par de horas finalmente conoceré, probablemente, al maestro Toledo. Eso no me hace ni su amigo, ni su comparsa, ni su igual: simplemente será un gusto ver, al menos por un momento, a un hombre que ha dado mucho por su ciudad. Me cuenta Yolanda que el día que ganaron la demanda contra Mc Donalds, todos se fueron a comer tamales al zócalo. Yo le creo. Imposible no hacerlo. Si sólo de estar aquí, en mi pequeño hotel frente a una iglesia de paredes maduras y ocres me dan ganas de ir comiendo tamales por siempre, o al menos, de comprar una casa y traerme los sueños: claro, para acá.

Tuesday, May 15, 2007


A todos los amigos que están en Monterrey
y áreas circunvecinas.
Los invito el próximo jueves 24 de mayo
7: 00 p.m.
Edificio de correos
(frente a El Norte)
A la presentación de mi libro
Necrologías
(editado por la Universidad de Guanajuato)
Presentan:
Carolina Olguin
Odvidio Reyna
Habrá vino de honor
(creo)

Monday, May 14, 2007

Ni los padres felicitaron, ni los amigos saltaron de emoción, alguien acaso bostezó, hasta la señora de la limpieza dijo: cuidado. ¿Así de terrible es cuando alguien suelta al aire la noticia de que te quieres casar?

Tuesday, May 08, 2007

Breviarios personales

Jan

Desmadrosa, insaciable, divertida, cínica, voluntariosa, amante de los gatos, asustada, confesional, cotidiana, creativa, cualquier cosa, curiosa, down, enferma, expectante, fan, feliz, festiva, histérica, Imag(k), inquisidora, neta, amorosa, nostálgica, odiosa, porn, random, reflexiva, retadora, simple, tonta, cazadora, comprometida, bailadora, medio hip hopera: Jan: princesa, suertuda, tiempo libre, chimpete, champata, absurda, detonante, musical, odiosa, locuaz, bizbirinda, coscolina, a veces mandria, tantarantán, yesca ( de incentiva de cualquier pasión o afecto), achuchona, basquetbolista juvenil, terror de la mala ortografía, a veces fargallona, trujamana por excelencia, relinda, un poco chungueadora, con algo de vicio por gulusmear, nada mostrenca, de amplias eutrapelias, bi or not bi, un poco de hipar, otro tanto de chozpar, hermana de segundogénito, hija de Dolores, amiga nuestra: en suma: indispensable para la vida.

Monday, May 07, 2007

Fue mañana de Tunik en la ciudad de México y en este blog no encontrarán un reseña del tan memorable evento. Sí, debió de ser fabuloso, pero no caeré en la tentación de narrar algo que no viví. A la hora que salieron las primeras plicas yo estaba profundamente dormido con mi playera gris con la estampa de Celso Piña y algunos boxers cualquiera. Y me desperté y dije: caray, hoy me toca un huevo de desayuno. Y después salí a comprar el Récord, vicio que por más que intento no puedo dejar y creo que además, desayuné una manzana. Como ven, un día donde nada extraordinario pasó. ¿Decidí vivir del lado aburrido del día?

Tuesday, May 01, 2007

Trabajos

En cinco meses volveré a la vida real: es decir: no tendré un ingreso mensual para pagar la renta, para comprar comida o para comprar discos o películas. Me turba y me emociona este volver al trabajo. ¿De qué he trabajado? Un poco de todo. De niño vendía periódicos. Una vez vi al abuelo caerse de la bicicleta y llevarse con él más de doscientos periódicos de los que sólo se salvó la mitad del agua que bajaba por la calle de Piletas. Luego, le ayudé a mi primo a vender frutas casa por casa y más tarde vendí mesedoras para don Antonio Roca y luego promocionaba a una escuela de belleza y computación. Ahí terminé mi primer temporada como persona laboral.
Entonces, me dediqué a estudiar.
Volví a las huestes laborales casi cuatro años después, cuando trabajé como auxiliar contable en Mr.Pizza. Ese trabajo me gustaba: los contadores me contaban todas sus proezas con las mujeres y además, al mediodía, siempre estaba una motocicleta de Mr. Pizza a la puerta de la oficina. Y después, volví a dejar de trabajar hasta los 18 años cuando puse mi negocio de ropa deportiva. No olvido a un hombre que, mientras intentaba vender un short, sacó su billetera y me mostró todos los billetes de alta denominación que traía: "no tengo cambio, para la otra", me dijo. Duré con mi negocio casi cinco años y lo dejé cuando entré a trabajar a Conarte y después renuncié para venir al D.F. al CME. Un año sabático duró esa experiencia hasta que entré a IBM-Santader y más tarde al ILCE.
Ahora, están por terminarse estos últimos dos años, un verdadero regalo, no encuentro otra palabra y estoy ya preparando los curriculums. El desempleo está difícil, pero sé que podría trabajar en lo que sea: archivista, capturista; pero claro, le tiraré a la grande: iré a dejar curriculum al club de futbol Pachuca a ver si me contratan como asesor. Si alguien tiene un contacto en Hidalgo, pásenlo por favor.

Sonrío


1 de mayo. Faltan 25 días para que cumpla los 30 años. O me tomó esta foto en mi casa, la número 7 en el Distrito Federal. En la mano traigo un libro del gran Saer, que Boone me trajo de Cuba. Sonrío. Sí: sonrío porque O me toma la foto, porque un buen amigo se acordó de mí y me trajo un libro de otro país: sonrió porque pronto iré a Monterrey a presentar las Necrologías y porque tengo buenos amigos, alguna gente que me estima bien a pesar de mis prisas, mis enojos y mis mediocridades. Sonrío porque pronto conoceré Oaxaca y porque pronto volveré a la vida real. ¿Por qué a veces necesitamos tanto o creemos necesitar tanto para ser feliz? Yo soy feliz ahorita así: con este estado de las cosas: mi O, con el pelo largo, con un buen libro para leer una tarde cualquiera.