Sunday, April 29, 2007

Fantasmas

Vino Mónica a cenar a la casa y nos enfrascamos en una charla donde no faltó hablar de terremotos y zonas vitales o de los clásicos fantasmas. De una manera u otra, todos hemos tenido acercamientos con el tema de los fantasmas. En casa de mi abuela había o hay, algo enterrado. Se aparecen hombrecillos en la noche, salen mujeres de blanco o bien, se escuchan cosas. Una vez un tío intentó sacar ese dinero. Dicen que la tierra se había hecho blanda como betún y que, a punto de encontrar algo llegó un familiar que dijo: con este dinero vamos a hacer muchas cosas y al instante la tierra se hizo dura, como acero.
Años más tarde yo viví en esa casa y la primera noche estuve con el ojo pelón porque tenía miedo de oír algo. No pasó nada, por supuesto. Sin embargo, meses después, un primo de otra familia se fue a quedar ahí a la casa. Yo le había dejado las llaves por que andaba en una fiesta. Llegué como a las dos de la mañana y apenas prendí la luz encontré a mi primo rasguñando el suelo, los muebles por sin ningún lado. "Aquí hay dinero", me dijo. Yo: "mejor pon todo como estaba." Así, bueno, ha crecido el mito del dinero en casa de mi abuela.
En las pasadas vacaciones, del otro lado de la familia, nos tocó sufrir la enfermedad de mi abuelo. Lo habían hospitalizado y durante una semana estuvo muy grave. Cuenta un tío que una noche, en especial la más dura, con mi abuelo inconsciente, su sangre contaminada y conectado a un respirador, vio cómo una sombra se apoderaba del pecho de mi abuelo y éste se resistía. Sin saber qué hacer vio el combate silencioso entre la sombra y la vitalidad de mi abuelo. A partir de entonces el viejo empezó a recuperarse. Hoy anda con sus achaques pero evitando las recetas médicas y comiendo menudo y tacos que ya no puede comer.
Por mi parte, yo no he tenido ningun acercamiento personal con los fantasmas. Pero a veces creo que no los necesito porque tengo una familia que se encarga de nutrirme en ese aspecto: sombras perpendiculares, enanos que golpean la cabeza, ánimas que intentan invadir cuerpos y el mítico encuentro de mi abuela con el fantasma del general Escobedo son sólo parte de mi tradición familiar, cosas que, por supuesto, ya he utilizado en otro tipo de textos.

Friday, April 27, 2007

Voy con la doctora. Ya sólo me falta una semana. Una semana y termino. Debo decir que los resultados han sido muy alentadores.

Thursday, April 26, 2007

Mi reino por una torta

Todo se mueve alrededor de la comida. Sólo al recorrer unas cinco calles encuentre gente que hace fila para comprar licuados, en otra hay unos cinco esperando que salgan sus gorditas, en una esquina más hay un puesto de tacos de pastor, adelante hay una mujer que compra pan (unos deliciosos rellenos de crema pastelera). Comida, comida, comida. Sí puedes llegar a odiarla pero también a necesitarla. Y yo: desayuné un yogurt y una manzana. En estos momentos sí clamo: mi reino por una torta y si es una torta cubana, mucho mejor.

Sunday, April 22, 2007

Ayer rompí la dieta con:

  • una paleta
  • media bolsa de palomitas
  • un ice
  • nachos con queso y jalapeños.

Tenía un buen pretexto para hacerlo.

Friday, April 20, 2007

Más adelante

Pronto cumpliré los 30 años. Y pienso: ¿qué es lo que hecho? ¿He cumplido mis promesas? ¿Aún no me he traicionado? ¿Debería? Veo a otros de mi edad o los escucho o me llegan noticias de sus hijos, sus negocios, la casa nueva que pasará a engrosar sus testamentos o el coche último modelo o de mediano modelo que está a las puertas de sus casas. Y pienso: caray, ya mero tendré 30 años. Y no tengo casa, ni coche, ni hijos, ni una gruesa cuenta bancaria y miro el 31 de septiembre con cierta vacilación y duda sobre lo que vendrá. Y pienso: treinta años y no sé si sigo pensando en ese número con la misma sensación que tenía cuando me quedaba en medio del patio de mi escuela, la cerro de las Campanas y miraba al resto de mis compañeros comer dulces o correr entre las bancas y yo me quedaba en medio del patio y sentía el sol y cómo el tablero de basquetbol alcanzaba a arrebatarle una sombra cuadriculada, casi triangular que mojaba el piso y me llegaba hasta las rodillas. Y pienso: treinta años como si pensara otra vez alguna tarde en la preparatoria, específicamente aquel pasado mediodía que lloré por nada casi quince minutos y no sé si lloraba por mí o porque sólo tenía 16 años o lloraba por que un conocido se había roto el fémur o porque no entendía nada de inglés. 30 años. Ahora me dicen que no importa, es sólo una fecha. Pero a mí me importa. Yo vivo este número. ¿He dejado algo? Y la pregunta me golpea. Y pienso entonces en mis tres libros, esas miles de palabras y en un ejercicio de descombrar abro mi computadora e imprimo mis dos novelas inéditas, mis dos libros de cuento y pienso en las mujeres y hombres que he escrito, Zaragoza, Perla, Martha y su esposo, los niños de Salazar Mallén, el niño cuyo padre canta en los funerales, Gume y Karen, su hija, pienso en la nostalgia del chofer de camiones, la nostalgia de los pandilleros, el hombre que se cree guapo o la mirada de Ángel Uresti. Y pienso ¿este es mi mundo, lo que le he arrebatado a la realidad? Sí. He arrebatado mucho: tres libros publicados, cuatro inéditos. Tal vez la esencia de la vida está en no perder y perder el miedo a la muerte. Yo amo a una mujer morena, tengo mis padres y mis hermanos, mis pocos amigos y mis libros. ¿Qué se sentirá vivir más adelante?

Thursday, April 19, 2007

Por sus frutos los conocerán, dice en la biblia y al leer mis últimos post de este blog me reconozco vanidoso o preocupado por la salud o, de hueva. Y me quejo de la comida, pero hoy, comí muy bien. Compré unos filetes de salmón y los doré con sal y pimienta mientras en otro sartén cocía rajas de chile poblano, cebollas y champiñones. La verdad, comí muy rico mientras miraba por la televisión a Los protagonistas de la tarde. ¿Qué extrañas de antes?, me preguntó una de mis doctoras. Y yo, no sé porqué me acordé de Sarabia y le dije: extraño comer con los amigos, extraño pagar por mi comida en una fonda o caminar a la zona rosa a buscar algún restaurante de comida rápida, pero en el fondo, extraño comer con mis amigos.
Mis amigos, buen lío. Escuchan la palabra dieta y todos huyen a sus casas o se refugian frente a un mostrador de Burguer king. Y mientras, el Toño come 300 gramos de lechuga, o come chayotes hervidos o brócili con la vana ilusión de que saben a maíz. Pero, bueno, el esfuerzo a valido la pena. Pronto dejaré esta etapa e iniciaré una más sana donde las donas con chocolate no sean un maleficio, donde comer un taco de arroz con huevo no sea pecado. Pero mis amigos, dudo que vuelva a comer con esos desagradecidos, jaja.
Dormido. Mi cuerpo presenta múltiples rasgos de cansancio. No sé si deba a la dieta, pero creo que vivir más de mes y medio con una ingesta de un kilo de comida entre verduras, carne y fruta debe de pasar factura. Sí, la dieta a funcionado, pero me encuentro un tanto cansado. Hoy me dormí tres horas más después de haber despertado. Y seguiría en la cama si no fue porque me acordé que tengo trabajo.
La buena noticia, de muchas que puede haber, es que ya mero termino. Me faltan, creo yo, tres semanas.
Otros horizontes
El estres no cambia con nada. Sigo escribiendo.

Thursday, April 12, 2007

Ideología sobre las dietas

No me gusta mi dieta. La odio. Son puras carnes, verduras, algunas grutas y gelatina. Nunca en mi vida pensé que comería tantas espinacas o calabazas o mangos, durazos o ciruelas. Me consuelan los puños de All-bran, pero ya estoy cansado de los pepinos yla jícama con limón y chile y si bien los resultados han sido muy alentadores, ni el all-bran ni los pepinos ni la jícama pueden hacerme sentir mejor en esos breves momentos donde una donita bimbo o una rebanada de pastel son el sueño más preciado.
Pero, sin duda, este régimen me ha puesto a pensar en todo lo que nos destruímos al comer. Siendo honestos, tenemos hábitos alimenticiones que alarmarían a cualquier nutriólgo con sentido común. A veces le digo a O que, cuando esto termine, faltarán unas seis semanas, no dejaré de comer berros y nabos, espinacas y sandías y huevos cocidos en agua. Me siento mucho más ligero y hasta un poco despierto.
Hoy en la mañana veía en el canal 22 un programa sobre las hormonas que nos regulan desde el deseo hasta el miedo. Una sección del programa contaba la historia de un hombre que vive en un régimen riguroso de alimentación. El motivo: ver cuánto nos dañamos al comer. Los resultados de la prueba era generosos y extraños. Había un detenimiento en la vejez de las celulas de la piel y del cuerpo. No comer mantenía al hombre, ligeramente más jóven. Claro, tampoco dejaba de comer, pero esenciamente, su cuerpo funcionaba con niveles tranquilos de estres. Al fondo del sitio donde lo entrevistaban se encontraba una cocina agradable. Pensé: ¿cuántos omelettes no se prepararon ahí? Y me dio un golpe de nostalgia.
Algo que me sorprende, en cambio, es la fuerza de voluntad. He seguido a pie juntillas las recetas y el régimen. Acaso lo he roto sólo con una buen plato de capirotada y medio rol de canela. De ahí en más, tengo tantas semanas sin falta en mi hoja. He tenido mis descuidos, como comer pera cuando no está permitida o sobregirar las gelatinas. Pero me sorprende que vaya lo mejor posible. Creo que, quien cumple bien una dieta, hace callo, carácter y después, bueno, después que siga el maratón.
Me gusta el aire, me gusta cuando el sol calienta mi espalda. Hace rato vi una pluma volar a la altura de mis hombros. Se agitaba graciosamente, empujada por el aire y avanzaba casi al mismo paso que yo. Cuando se encuentran estos tres elementos, es imposible que no llegue a una especie de tranquilidad casi religiosa. Entonces no importa que a mi lado pasen los autos y suene el cláxon aún desesperado. Yo iba muy tranquilo con el aire a mi alrededor, con la luz del sol a mi espalda. Si alguien quiere empezar ahorita el fin del mundo, que pase, yo ya puse mi letrero de no molestar.

Wednesday, April 11, 2007

Hace tiempo leía sobre las secas literarias. Lo leía en un artículo de Donoso en su libro Artículos de incierta necesidad. Y pensé que yo también estaba en una seca. Sí se pueden romper las secas, sólo hay que esperar. Hoy terminé la primera versión de una historia larga. 223 cuartillas escritas en un mes. Siento como si hubiera orinado largamente.

Thursday, April 05, 2007

La caridad de las hermanas

Yo, a dieta.
Pero mis hermanas me rodean. Se sienta una de un lado, la otra se queda en la puerta del cuarto.
-Andale, compranos nieve.
-Andale, o yogurt de nieve, esa no engorda.
Y yo me niego rotundamente. Voy tan bien, que no quiero salir de mi inercia.
-O de perdido compranos bollos de galletas marías.
Rebobino.
¿Bollos de galletas marías?
-Sí -dice una-, muelen la galleta maría, la revuelven con leche descremada y lechera, le ponen gotas de limón y las ponen a congelar... nombre, saben con ganas.
Yo: salivo.
Bollos de galletas marías. Al final, sólo del coraje, no les compro nada. Pero he de decir: bollos con leche maría... ¡deliciosos!