Sunday, November 01, 2009

Cambio de domicilio

Han sido cinco largos y buenos años. Pero este blog se muda. Los espero en mi nueva casa.

www.kozameh.wordpress.com

Monday, October 26, 2009

Fui a y vine de Monterrey. Me la pasé muy bien.

Monday, October 12, 2009

Vuelvo a Monterrey unos días, a ver cómo se dan, precisamente, esos días.

Días que pasan

Sábado

8: 45. Mis estudiantes ya están en el salón cuando llego. Son dos, María del Carmen y Sandra y la materia es Taller de Redacción II. La clase, los pronombres. ¿Sabían cuándo un pronombre es enclítico? Bueno, ellas ya saben. Les pongo una pequeña oración: "Traelo". Les pregunto, ¿dónde está el objeto directo. Dudan, al final contestan. Una de ellas me pregunta que aún no sabe para qué le sirve saber eso de los pronombres. Tengo que ser sincero: sólo para pasar el exámen.
1:20. Vamos a abrir una cuenta bancaria porque la que tengo es de nómina y son puras desgracias con ella. El otro día, el cajero no me dio lo que le pedí y tuve que hacer llamadas para poner el reporte, total, que aún no me reembolsan. Estamos casi una hora en la sucursal hasta que finalmente termina todo el papeleo. Ahora sí estás en un buen banco, me dice O. Mientras no me gaste el dinero, pienso yo.
5:23. Ni me di cuenta de a qué hora empezó el partido, pero cuando bajo a ver el México vs El Salvador ya van como veinte minutos. Partido aburrido hasta el segundo tiempo. La transmisión de TV Azteca me hizo reír un poco. Pobres de nuestros comentaristas. Antes sólo tenían que narrar un partido, hoy tienen que ser, además, payasos. Ah eso nos ha llevado la cultura televisiva: la cultura y todo lo demás sólo entra mediante risas o desnudos o bailables de Andrea Legarreta o con la voz del tipo de Dificil de creer.
8:45. La carne se asa muy bien y todos elogian el sabor. Claro (comercial), si es carne de la carnicería de La laguna.
11:46. Dos horas antes y dos horas después de esta hora fijada, todo es felicidad.
2:36. Entro por la calle de Antonio Caso y los coches de los sindicalizados del SME han obstruido la circulación. Por todas partes se ven coches hasta en triple fila y acercarse al edificio del sindicato es prácticamente imposible. Pareciera como si una gran prisa se hubiera apoderado de todos y muchos coches ni siquiera están alineados. Curiosamente la calle está a oscuras, como si les hubieran apagado la luz a propósito. Después de mucho esquivar coches finalmente llego a casa. Sí, a casa. Y duermo.

Monday, October 05, 2009

Hay cosas del corazón y la nostalgia que no son materia para el blog.

Wednesday, September 30, 2009

Miércoles, 12:28

11:02.- Me despierto. No entra nada de luz y compruebo que las cortinas de los hoteles son fabulosas. Aún así salgo de la cama y cuando veo que falta sólo una hora para hacer el check out, despierto a O y entramos en ebullición: buscar los cargadores, acomodar la ropa sucia, revisar la ropa limpia, que las cámaras fotográficas no se pierdan, tirar lo que tenga que tirarse. La televisión escupe una película de las mexicanas, de la época de oro. Al rato toca una mujer y cuando abro me dice que sólo está revisando. Me pregunto qué revisa: ¿que la gente sí abre las puertas cuando tocan? ¿Que algunos no?
12:37.- Fui a este restaurante con Raúl, hace muchos años. Entonces éramos más jóvenes (oh, cómo se va la vida sin darnos cuenta). Entonces él tenía una chica muy agradable, que después dejó. Pedi una trucha al salmón, muy rica. Ahora que voy con O es demasiado temprano y un pescado no es una opción. Aún así pido unos chilaquiles rojos con bisteck. La carne, mala. Parece que sólo en el norte se puede comer carne estupenda.
2:24.- El pueblo se llama Tócuaro. Afuera de la casa está el letrero del artesano de máscaras. El humo de una fogata nos recibe. La mujer se queja con nosotros, dice que la situación está muy mala, que no han vendido nada y que las máscaras es lo único que venden. Un par de gatos duerme la siesta junto a un pequeño escalón. Los niños corretean. La mujer me muestra más de cincuenta máscaras, algunas buenas, otras no tanto. Comerciales, dice. Al fin me trae unas, hechas sobre pedido. El hombre no ha pasado en tres meses. Le compro una, que es réplica de una más vieja, tallada por un hombre que ya murió. Sólo hay dos máscaras iguales en el mundo, me dice. Quedamos de pasar a las cinco por ella, pintada.
3:45. Quiroga es un pueblo donde termina el circuito que recorrer el lago de Patzcuaro. Andamos buscando unas cajas porosas que O vio en Patzcuaro. Las encontramos. Me dan ganas de comprarme una ambulancia y una grua que seguro son excelentes regalos, pero no lo hago. Camino al banco paso por la famosa hilera de carnes de Quiroga, cerca de diez puestos venden unas apetitosas carnitas. La carne se amontaba sobre tablas de madera lustrosas por el aceite. Un par de perros pelean en la calle.
5:50. Me tomo algunas fotos con los maestros artesanos. Son tres, un anciano, que pule una máscara, aferrando la madera entre las piernas y dándole con un mazo y una gubia. Otro, un joven, muerde la madera con un armón y las tiritas del aguacate se despabilan sobre el piso. Al final veo una máscara que seguro querré comprar, un anciano con barbas y cabellos blancos hechos con piel de borrego. Salimos contentos de la casa. Sin embargo, ésta no es la mejor máscara que compré en el viaje.
9:23.- Otra cosa por la cual estar enojado con FECAL. Ayer fue a inaugurar la nueva iluminación de una zona del centro histórico de Morelia. Todo el centro estaba cerrado. Esa era mi única vía para llegar a la libre a México. Terminamos preguntándole a unos soldados por la México Cuota y nos enviaron al cerro, a los raros circuitos que dan al campo de golf Tres Marías. Desde las alturas se descubre la ciudad purépecha y no sé porqué recuerdo una imagen que O me dijo, de Eréndira en su caballo blanco, guiando a los tarascos contra los españoles, pintada en el mural de la biblioteca pública de Patzcuaro.
12:22. La carretera no tiene fin. La veo adelante, descubriéndose ante las luces del coche a los cincuenta metros. Los bordos son afilados. Los fantasmas se incendian ante la cálida caricia de las luces de alógeno. Subimos cuestas. Las bajamos. Un autobús me rebasa y tardo casi quice minutos en alcanzarlo de nuevo. Finalmente lo dejamos atrás. En Atlacomulco, una señora vende tacos y "factura tacos y guisados". Está sola en su puestecito a un lado del camino. Al fin llegamos a la caseta. Terrible pueblo éste, el de Atlacomulco. Con pocas gracias y casetas para entrar y salir de él.
1:05. Llegamos. Finalmente. El viaje ha terminado.

Friday, September 25, 2009

Sábado: 1:15 a.m.

a) Terminé de leer, en la mañana, una novela con la que llevaba varios días. No sé qué decirle a la autora. Además, se me olvidó enviarle un mail cuando el jefe nos dijo que había que hacer un listado de los millares de papel que necesitamos para los nuevos libros. No sé porqué, pero eso me emocionó.
b)Me dio algo de hambre y salí a buscar algo a la calle. No sé, pero estos días se parecen ya, un poco a la navidad. Tal vez es que sueño con que ya sea navidad, aunque no sé para qué. De regreso al escritorio terminé de revisar las pruebas de un libro de próxima aparición y luego quise hacerle una broma a las chicas pero no resultó.
c) Había quedado de verme con Itzel a las tres, pero terminamos viéndonos a las seis. Caminamos unas callecitas hasta las Hamburguesas Memorables. No son taaaaaan, memorables. Tan sólo el domingo pasado, en casa de los Parra, hicimos unas que sí eran fabulosas, al carbón, con tocino, queso manchego y un pan del Sams que era fabuloso. De las Hamburguesas Memorables lo memorable fue la charla. Qué vergüenza cuando te sale tu lado más ambicioso. Estuvimos hablando un rato sobre a quién le pertenece la literatura: si a los críticos o a los lectores. Luego me dijo que su mamá leyó Ixel y a la mitad lo abandonó, pero volvió a la lectura. Le preguntaba si lo que se contaba había ocurrido en la vida real. Ella, no.
d)Fui a la presentación de Alejandro Paez, de su novela sobre el narco en Ciudad Juárez. Vi a algunos conocidos, pero no me quedé. A ciencia cierta, no sé porqué fui. Tal vez el intento de pasarla bien, de divertirme y ver caras conocidas. Pero no, creo que no soy de esos ambientes, sin duda.
e)Me acordé de Richard Viqueira. Tengo ganas de verlo, pero, como no he ido a sus obras, me temo que me apague el celular, como ayer me hizo un autor que me dejó hablando mientras le explicaba porqué aún no salía su libro. Ya mero, ya mero sale.

Friday, September 18, 2009

Estos días en los cuales no me siento a gusto conmigo mismo, días de los que sé, más adelante, diré: cuánto tiempo perdido en la insatisfacción. Pero así han sido las cosas: pendientes en el trabajo, te dicen una cosa y resulta otra, amagos, contraviajes, uff, fastidio, mucho fastidio.

Monday, September 14, 2009

La cocina de mi madre

Le digo a mi hermana que en estos días fríos tengo mucho antojo de los platillos que hace mi mamá. De niños, cuando había poco para comer, ella se las ingeniaba para hacernos felices sólo con un plato de frijoles molidos pero casi licuados, una lata de chiles en vinagre cuyo jugo vacíabamos a gusto en el plato y las infaltables tortillas de harina. Sin embargo, había días que hacía algo más: una salsa de chorizo. Freía el chorizo con nada de aceite y le iba agregando tomate, cebollas y chile al que le añadía otra salsa de tomate. Dejaba aquello calentándose como media hora y la casa, que entonces era pequeña, se inundaba con rapidez del aroma. Afuera el aire helado rasguñaba las ventanas y no pocos entraban a casa, pero nosotros, con los pies cubiertos con las colchas mirábamos la televisión con la certeza de que muy pronto iríamos a cenar. Y aquello era un festin. No eran mucho los platillos que mi madre nos preparaba. Me dice mi hermano que huevo en cualquiera de sus presentaciones, je, pero nada más de recordar aquellas cenas hace que me den hambre, será eso o tal vez, las ganas de nuevo, de la infancia.

Friday, September 11, 2009

Ayer me enfermé y estuve en casa. Curioso estar en casa. Dormí más de lo acostumbrado, luego, se fue la luz y tuve que ir a comprar fusibles. Después leí. Estoy leyendo Capitán de Mar y Guerra, una novelita marina, ambientada en la Inglaterra de principios de 1800. Más tarde trabajé, comí y después cayó un aguacero. Olvidadizo que soy, la ropa que estaba puesta a secarse terminó empapada y tuve que ir a la lavandería. Seguí leyendo, fascinado, esta aventura del capitán Aubrey y el cirujano Maturin. Es genial poder leer un libro de carabelas y entender exactamente qué es y significa cada uno de los término marinos, como el arboladura, las velas de trinquete, las portas, las cuadernas, los baos que aguantan el impacto de los cañones de doce libras, la santa bárbara, el alcázar o distinguir entre velachos, galeones, zancudos, carracas y otro tipo de embarcaciones. Es algo que tendré que agradecerle a Ixel. Hoy ya volví al trabajo, sin duda, y lejos queda el mar y la goleta Sophie que ahorita anda en el mediterráneo, escoltando a doce barcos mercantes mientras Aubrey y Maturin discuten sobe música clásica en la oficina del capitán.

Monday, September 07, 2009

Varado en Avenida Zaragoza

Había empezado a llover desde la carretera a Puebla. Cuando cruzamos esa ciudad el agua ya había inundado pasos a desnivel y retornos. En uno de ellos un coche estaba inundado hasta las ventanillas y el conductor intentaba marcar por un celular que intuímos no funcionaría. O habló desde su cel a protección civil y al menos, espero, quedaron en enviar a los bomberos. Y sin embargo, esperaba que a pesar del caos que habíamos visto en Puebla, toda aquella parafernalia no nos recibiera en la ciudad de México, pero sí lo hizo. Apenas tomamos calzada Zaragoza y vimos los coches detenidos nos dimos cuenta que la mala suerte ya nos había tocado. Esperamos ahi, avanzábamos unos pocos metros y nos volvíamos a detener. En una de esas vimos que la lateral tenía tráfico fluido y creo que ahí fue donde inició la aventura: siguiendo a más coches nos trepamos al amplio camellón, el coche patinó un poquito pero finalmetne salimos a la lateral para avanzar bien unos 500 metros y volver a detenernos. Aquello dio paso a una laberíntica expedición por una colonia y calles por las que sé no volveremos a pasar. Un hombre, bajo la lluvia, guiaba a la hilera de coches que buscana, como ratones en un laberinto, la salida de aquella colonia. No supimos en qué momento, sin embargo, volvimos a salir a Zaragoza, sólo que ahora por un puente, creo que el de San Juan. Desde ahí vimo la avenida despejada y pensamos que tal vez con el rodeo ya habíamos dejado atrás la zona inundada. Volvimos a tomar la avenida sólo para encontrar un tráfico aún peor que el anterior. En ocasiones, con el motor y las luces apagadas, todos los coches parecían autos abandonados en la noche, aunque de vez en cuando pasaban chicos coreando alguna canción y un viejo que caminaba con los brazos tras la espalda. No sé qué hubiera sido de nosotros sin esas dos horas de El Hueso que nos animaron con chistes políticos e irónicas y fenomenales canciones. Al final llegamos al inicio del atolladero. Antes de la salida a Viaducto se encontraba la inundación. Sólo alcanzaban a pasar los autobuses ADO y similares que levantaban aguas espumosas. Varios coches estaban varados y la gente miraba, fuera de sus automóviles, aquella agua mansa y terrible. En algún momento un pequeño tsuru se aventó y tras él otro y otro coche. Fuimos, creo, los décimos en meternos al agua, esquivándola como podíamos, fastiados de más de seis horas de tráfico, casi una hora nos tardamos en pasar la estación Agrícola Oriental, pero al mismo tiempo con el miedo de quedarnos varados a mitad del inmenso charco. Sin embargo el motor aguantó, valientemente aguantó, cuando todo el camino habíamos venido ninguneando al cochecito rentado, echábamos de menos nuestro coche en la agencia que espera ciego la llegada de un faro para terminar su compostura. De ahí a la casa, fue no más de quince minutos, aunque aún estuve a punto de meterme al otro embrollo frente al aeropuerto, pero lo esquivé a tiempo. Finalmente llegamos a casa y la pequeña aventurita terminó. Diez horas de manejo constante y estresado. Con razón hoy me dijeron, al verme salir del trabajo: te ves bien amolado. Pues si.

Thursday, August 27, 2009

De una noche de invierno, hace años.


No soy muy fanático de mis fotos, tengo, de mi vida, no más de 30 imágenes en mi computadora. Sencillamente a veces no entiendo para qué tomarse una foto, para qué resguardar la imagen cuando es mil veces mejor guardar la imagen de la memeoria que puede ser, por lo demás, tactil, sonora y mil veces mejor. Será que mi habilidad para recordar está intacta y siempre termino asustando a mis amigos cuando, al hacer un recuerdo, termino esgrimiendo toda una escena. Pero hoy que buscaba una imagen me encontré con esta fotografía. Está tomada en un mediados de diciembre en Monterrey, en una comida con los chicos de la preparatoria a quienes sigo viendo al menos una vez al año. Esa noche, en el camión, un hombre y un niño venían cantando corridos de José Alfredo y un borracho que venía sentado delante mío le pagaba a diez pesos la canción. El borracho cantaba y el niño, supongo, hijo del cantante, miraba con curiosidad a su padre, con un cierto rasgo de temor en la mirada de que todo aquello terminara mal. El resto de los usuarios reían al oír la voz ronca y errada del viejo y la firme voz del cantante. El dinero se acabó y el borracho, era un anciano, ropa desgastada, de esas gorras beisboleras que tanto se usan e Monterrey, gorra manchada por el salitre, le pedía que cantara otra. El cantante no cedió y, no lo sé, compadeciéndome un poco del viejo, le extendí un billete de 20 pesos al cantante y le dije que ándele, que le tocara la canción al viejo y le cantó El Chubasco, qué bella canción. Cuando bajé del camión me encaminé hacia el restaurante de arracheras y les conté a mis amigos de la preparatoria la anécdota y entonces Diana, sí, Diana, la de la foto, nada más sonrió y yo recordé, vagamente, cuando Diana me pidió un poema en la preparatoria. Se me acercó y me preguntó si yo escribía poemas (acababa de leer en clase, por una tarea, lo primero que escribí en la vida). Le dije que sí aunque nunca antes había escrito nada y ni adolescente lector era. Dos días después le llevé el poema del que aún recuerdo los cursis versos. Toda esa noche en las arracheras, mientras mis amigos más viejos reían yo me acordaba del borracho que cantaba El Chubasco y de Diana preguntándome si escribía. Por eso guardo esta fotografía, de Diana y mía, cuando no era yo, cuando no tenía ni barba ni pelo largo ni varios kilos de más. Me recuerda que el mundo es en cierta medida de los borrachos y que ojalá encontráramos amigos que nos pidieran poemas más seguidos o pasajeros de camión que dijeran: ándele, cánte la canción que el viejo quiere.

Friday, August 07, 2009

Nuevamente volvimos a chocar. Primero fue un raspón a un coche estacionado. Luego, fue darnos con todo entre aquel árbol y aquel poste en Xochicalco. Más tarde, fue el taxi que se metió al carril sin vernos. Luego, el tiida que chuléabamos y al que terminamos dándole un lleguesito. Ahora, pues el clío, golpe esquinero, foco delantero escandalosamente destruido, nada más. Sin duda no seremos esos tipos a los que la aseguradora les da un bono por ser buen conductor. Lo bueno es que el carro aún anda.

Sunday, July 26, 2009

Somos tan enteramente materialistas que nos emociona ir al Costco a sacar la membresía. Ahí andamos por los pasillos viendo precios y productos con la esperanza de por fin comprar la arena para gato que en Sams no han tenido desde hace como una semana (ojo Sams, ya perdieron un cliente por culpa de la arena para gato). Y en realidad, lamento decir que Costco es como que más bonito, más padre y con más productos que Sams. Y pensar que hace apenas unos minutos vacilamos entre ir a sacar la membresía o salir de la ciudad a algun pueblo cercano. Pero se impuso el sentido de la responsabilidad y el trabajo en casa. Compramos la arena para gato, un pay de manzana y cosillas más. Luego fue un domingo inusual pero como todos. Leímos, trabajamos, yo vi el inusual 5-0 de México contra EU y después me leí una novela malona, carente de malicia y hasta tierna. Pero no. después ha caído la lluvia. Las gatas se esconden bajo los sillones y la cama se antoja tan cómoda como un domingo sin nada que hacer. He querido leer algo que me guste. No lo he hecho. La maldita televisión.

Tuesday, July 21, 2009

Desde la azotea en casa de Raúl siempre he visto la esperanza. Alguna noche fui a verlo, tratando de hablar de un mal amor. La terraza aún no estaba terminada y nos dormimos en unos eslipings en medio de la preparación para la placa . Luego volví, con los años, ya con la casa terminada a hablar de otros caminos y otras rutinas. Raúl, no lo sé, siempre ha estado buscando una casa que no es esa. Siempre sueña y me dice, de la casa que tendrá, donde estarán él y su Neira y Mineiro, mi ahijado (dice el orgulloso padrino aunque ya me dijeron que ni piense en participar en una ceremonia católica). Y yo veo su casa, esa que él quiere, pero nada más me puedo imaginar esa terraza, oír el sonido del aire lavado que refresca el interior de la casa donde duerme Mineiro, mientras el Raúl y yo, como siempre, como antes, tomamos unas cervezas y recordamos aquellas noches ingratas o cuando echamos la placa y yo subía las tinas de cemento usándome de polea o la carne asada que aún no hacemos.

Saturday, July 04, 2009

Fin de cursos

Hoy terminó un trimestre más en el sistema de enseñanza abierta del INEA, en SEEAC. Tuve la oportunidad de conocer al menos a diez excelentes chicos que soportaron mis clases con estoicismo, aunque creo que al final les gustaron porque salí con buenos puntajes en la evaluación de asesores. Espero que les vaya muy bien en el examen de la SEP. Ya van, pensé hoy al despedirme, ocho años que todos los sábados doy asesorías y clases de literatura y redacción. Mucho o poco de lo que sé respecto a esos temas es gracias a las clases. Han sido ocho fructíferos años. Aún recuerdo cuando mis primeros salones iban derechito a reprobar el examen del INEA y cómo, una buena tarde, empezaron a caer setentas, ochentas, noventas y cienes de calificación y si bien sigue habiendo reprobados (es terrible que el INEA tenga libros tan viejos y complejos al mismo tiempo y que a la hora del examen, pregunten cosas que ni vienen en los libros, sino que pertenecen a materias anteriores), el índice de aprobados se ha mantenido constante. He conocido estupendos alumnos: María del Rosario, el primer cien, pero que durante su estancia en la escuela pasó de recién casada, a tener un hijo, y a entrar a estudiar administración a la UVM. También recuerdo con afecto a Aracely y su hijo, con el que fui a comer un par de veces porque quería ser escritor y tallereabamos sus textos en un restaurantito de mala muerte en el metro insurgentes, porque en esa época a los dos nos quedaba bien ese lugar. Omar, el saxofonista, también es un buen recuerdo. Era muy exigente como alumno y a mí a veces me vienen lagunas gramaticales, pero salimos avante y terminó pasando todas mis materias (siete en total). Hubo una chica, también, que pensó que podíamos ser algo más, pero hubo que poner claridad y distancia.El buen Marlon también fue exigente. Viene de Nicaragua y ha hecho su vida en México. Él también ya pasó por todas mis materias y aún anda ahí, en la escuela, batallando con inglés y química. Madres solteras, chicos con aire de rockeros, señoras de cincuenta y tantos años, alumnos que terminan dejando la prepa pero siguen yendo para jugar futbol en el receso, chicas muy jóvenes, extraviadas de sitio, que terminan ingresando a sistemas tradicionales, chicas con problemas en casa que me han contado de divorcios, tristezas e incluso problemas muy gruesos espiritualmente o bien, alumnos que pasan y no vuelven a aparecer, de todo ha habido estos ocho años en el SEAAC. Al principio hacía como hora y media para llegar y hoy, al menos calculé las minutos, hice 12 minutos, jeje. Muchos maestros han pasado y pocos hemos quedado. Solo Rosy, Elías y Lulú seguimos. Hoy les recordaba a los chicos, de cómo hace cinco años, la escuela tenía más de ochenta alumnos y jugábamos partidos de basquetbol en las canchas y el par de graduaciones que tuvimos. Y luego pensé como me he ido haciendo viejo también en esos salones y he visto pasar los sábados de mi vida frente a un pizarrón y chicos que intentan saber qué es un sujeto y predicado o porqué hay perifrasismo en los poemas nahuas o qué demonios es ese poema de La Campana de Shiller. He visto mis sábados incendiados por el polvo del gis y mis mediodías aturdidos por el regresar a casa con la satisfacción o insatisfacción que puede dejar una clase no bien dada. Pero ahí sigo y seguiré. Es una promesa con ellos y con él. Ahora también daré las materias de historia, qué hacer.

Thursday, June 18, 2009

A ver, a ver, pásale, qué quiere que le firme: libros, hojitas cuadriculadas, hojas de raya seguida, antebrazos, nucas, pelotas, camisas. Usté nomás diga dónde pongo la poderosa. Si algún día los chicos del Lom, Villa de las Flores y Florencia llegan por estas páginas, un gusto pasar el día con ustedes, hoy.

Friday, June 05, 2009

Hubo un tiempo, en mi vida, que todos los miércoles me juntaba con cuatro buenos amigos a leer y tomar. En realidad, yo no tomaba entonces, hasta que una decepción amorosa me hizo llegar un miércoles y prenderme del tequila, tanto que Rube nada más parpadeó con sorna y dijo salud. Esos eran buenos miércoles. Los recuerdo como los mejores miércoles de mi vida. Empezábamos a eso de las nueve o diez de la noche y entre la charla, el fumar, el reír y chismear se nos iban las horas. Muchas veces, a las tres y media de la mañana, medio ebrio, esperaba un taxi que me devolviera a la casa. Afiebrado por el alcohol, con ese regusto cálido en los labios pero ya tóxico en el estómago volvía a casa, mal dormía y a las ocho me iba al trabajo. Las chicas, Corde y Jan, ya sabían que los jueves no eran buenos días para mí. Luego, no sé porqué, aquellos miércoles de jarra terminaron. Uno de esos amigos se fue de la ciudad, otro se escondió, unos más entraron en otras dinámicas. Pero ayer que, aunque no era miércoles, sino jueves, volví a reírme como antaño y a semi emborracharme como antaño, me vinieron los cálidos recuerdos de aquellos miércoles paganos. Ha sido una buena vida, aunque casi siempre he estado en ella como el niño que observa una esfera de cristal, como el testigo vacilante al que le cae el amor y el odio por contexto.

Monday, May 25, 2009

El fin de los 31

El último día de mis 31 años me levanté con demasiado sueño, aunque antes de que sonara el reloj despertador. Me arrastré con pereza hasta el boiler y lo prendí sólo para volver a tirarme a la cama. Oía la lumbre a presión y aquello me adormiló un poco más. Me levanté diez minutos después y después de bañarme me quedé viéndome frente al espejo. Me pregunté porqué he dejado que el pelo me crezca tanto (ya a la altura de los omóplatos), pero me seguí pasando el peine, aburrido. Rápidamente me vestí (jeans negros, los de siempre, camisa a cuadras rojos con blanco y negro, calcetines negros (no eran par) y salí apresurado de la casa después de despedirme de O, quien dijoque me veía guapo, aunque pocas veces le creo, je.
Afuera el hombre de la basura pasaba la escoba por entre los coches y varias mujeres iban con sus hijos a la escuela que está a dos cuadras de la casa. Hice el camino al metro con la misma lentitud de siempre. En la esquina el hombre del puesto de tacos ya hervía un gran pedazo de suadero y el tamalero algo le recriminaba a una mujer que llevaba un café en la mano. En el metro compré el Record, como todos los días y me encaminé al andén. No me gusta subirme en vagones apretados, así que dejé pasar un convoy. Bajé en Allende y al salir noté que adelante de mí iban Julio y Teresa. Los vi alejarse, cada uno con su propia prisa.
Todo el día estuve trabajando. Terminé de revisar el original de un libro que espero (el trabajo del editor se sustenta en la esperanza) se vende muy bien. En el inter desayuné hot cakes con te chai. Fui al banco, contesté las llamadas de tres autores, vi la nueva portada de Ellos dos y casi a las tres de la tarde terminé el libro. Varias cosas pasaron dignas de mencionarse, como que tres palomas entraron a la oficina y se pasearon a sus anchas y que vi el nuevo video de Susan Boyle y leí la réplica que Javier Sicilia hace de una reseña que le hizo Evodio Escalante. Réplica dura, inteligente, sagaz. Casi al salir, las chicas de la cafetería me preguntaron si quería una rebanada de pastel y me dieron un gran pedazo de pastel de cajeta con nuez.
Al llegar a casa me lo comí de postre, después de recalentar la pizza que había comprado ayer en Mamas pizza, oh, deliciosas. Así me ha dado la tarde. Acabo de tender la ropa que lavé ayer, para aprovechar los últimos rayos del sol. Se acaban los 31 y estoy como en casi todo el año, frente a la computadora. Año feliz, debo decir. Escribí dos novelas infantiles y un libro de cuentos para N.L., además de dos chonchas guías turísticas, mismas que ya vieron la luz editorial. Hice nueve libros para Jus más seis que están por salir. Sufrí un fuerte accidente automovilístico. Me cambié de casa. Compré un coche nuevo y ya lo chocaron tres veces. Subí tantos kilos como había bajado, me dejé crecer el pelo como nunca y viajé viajé mucho por el país, de noche y con lluvia, con neblina y sin ella. También dediqué demasiadas horas al darkorbit, al travian y recientemente al spaceinvasion. No he visto a tantos amigos como quisiera, pero tuve el gusto de poder compartir cabina de radio con Marlen y Alicia hace unas semanas. Marlen dijo que era mi regalo de cumpleaños y se lo agradecí y hace rato Danielón me acaba de regalar un video fabuloso, de unos niños que recorren una playa y al llegar a un risco sueltan todo y saltan para nadar en el aire. Al final, el niño más pequeño, duda ante la poderosa caída, pero vuela. Todos somos como ese niño que duda antes de lanzarse la milagro. Ojalá los 32 años nos permitan más vuelos.

Saturday, May 09, 2009

Algo tiene la carretera por las noches que me embruja. El contraste de tanta oscuridad con las luces estridentes de los coches en sentido contrario, el ruinoso desfogue de los motores de trailers y autobuses y esos aromas del campo que entran al coche me producen un encanto especial. Anoche fuimos a Querétaro a festejar el cumpleaños de una amiga. La casera, una de esas mujeres carentes de juicio, sedientas de autoridad y de gracia nula dio por terminada la fiesta con gritos y malas caras, aún y cuando todos estabamos tranquilamente sentados en una azotea, viendo la luna y platicando. Terminamos en una casa en una colonia más bien pobre, oyendo música colombiana y con todo un grupo de desconocidos que nos abrieron las puertas de su casa a transfugas fiesteros y nos ofrecieron las cervezas y palomitas para la celebración. Casi a las doce y media de la noche emprendimos el viaje de regreso a casa, yo tenía que dar clases hoy, pero tarde me dijeron que se habían cancelado. Así que volvimos a casa, abriéndonos paso en la oscuridad, con el coche a un ritmo sostenido de 130 kilómetros, bajando y subiendo cuestas, rebasando trailers y orillándome cuando otros coches con luces blancas y más potencia nos rebasaban. En muchas partes tuvimos que ir con las luces altas, pero algo en la noche sabía a aventura. Otro regreso al D.F. de noche consumado.

Tuesday, April 28, 2009

Hoy, que me desvelo, no puedo más que recordar acaso el primer desvelo sentido, vivido, sufrido. No tengo la memoria de los años, pero estábamos en una calurosa noche, en las bancas del hospital Universitario. Mi tío Roberto hacía la guardia para estar al pendiente de las noticias de mi tío-abuelo Goyo. Nos habíamos quedado con mi tío, mi hermano Jorge y mi primo Ismael (¿o era Rubén?). La noche afuera del hospital estaba fresca y el aire movía las hojas de los arbustos y árboles y refrescaba a las mujeres y los hombres que se hacían al sueño bajo ellos. Recuerdo que por el pasillo principal, afuera del hospital, cruzaban cucarachas enormes.
Nosotros deambulábamos por las orillas del hospital Universitario, veíamos a las enfermeras de blanco con sus chalecos verdes y sus cofias del mismo color, o intentábamos alargar alguna historia que ellas contaban. A una hora incierta, ¿las dos o tres de la mañana, cuando el sueño más aguijoneaba, mi tío Roberto, quién sabe de dónde sacó unos cartones y nos tiramos todos a dormir en una especie de consultorio abandonado, ahí, en la sala de espera. Nos extendimos con gusto, pero era difícil dormir en aquel suelo tan lleno de tristezas y medicamentos. Nos movíamos con desazón y finalmente nos pusimos en pie y volvimos a recorrer el hospital, salimos al estacionamiento, vimos las ambulancias oímos las charlas de otros tránsfugas del sueño.
Casi al amanecer, mi tío nos llevó al Super 7 cercano y nos compró de comer. Qué felicidad la de nosotros, que corrimos a tomar nuestro refresco y varias hamburguesas listas para ser recalentadas en el micro. Cruzamos de nuevo al hospital y ya no nos movímos hasta que, con el fresco de la mañana nos llegó el aroma del café para despertar a la gente y poco a poco hombres y mujeres se descobijaban y salían debajo de los árboles o de las bancas, para esperar al médico en turno.
No tardó la ciudad en llenarse de ruidos y más olores. Por allá llegó un vendedor de tacos de barbacoa, puso su tendajo, bajó su tanque de gas y empezó a vender y nos llegaba con claridad el olor del picadillo, la carne deshebrada y el chicharrón.
Mi tío Goyo murió esa semana. Lo enterraron en su pueblo, de donde es una parte de mi familia, de Venado San Luis Potosí.
Nos dejó muchos recuerdos, recuerdos gratos, cuando llegaba en el tren cargado de cajas con quesos y chorizos que después vendía, apenas sostenido con su bastón que parecía un roble. O lo recuerdo pelando tunas en el patio de su casa en Venado. De mi tío Roberto, hay otros recuerdos y otros dolores. Pero ahorita, que son las tres con doce, yo recuerdo mi primera noche de insomnio, se me pegan a los ojos aquellas imágenes de la ciudad que aún a pesar del aire fresco se mantenía tibia bajo nuestros pies y tibia para el recuerdo.

Tuesday, April 21, 2009

Ayer por la tarde se metió una Hummer al garage de la casa. Nadie salió lesionado.

Monday, April 13, 2009

Nuevamente nos lanzamos a la carretera. Salimos a las doce de la noche de Tehuacán y llegamos a las tres de la mañana a la casa. Me gusta en esos momentos ver el camino, imaginarme a los otros conductores que avanzan los kilómetros con miedo o seguridad ante los fastos de la noche. Desde que hemos tenido coche, creo, nunca hemos regresado a la ciudad de México de día, siempre de noche. Ya sea bajando por Calpulalpan o por la entrada a Puebla o por Cuernavaca, siempre hemos recorrido la ciudad por la noche, con las avenidas casi desiertas que hacen que uno pise el acelerador con algo más de confianza. Nunca, por ejemplo, he cruzado la montaña entre Puebla y el D.F. de día, de regreso. Me gusta esa zona, tiene algo de mágico avanzar entre los trailers que van por el carril de más baja velocidad o dejar atrás autobuses que avanzan por el carril de en medio y poner las luces altas para iluminar las vueltas que aparecen en el camino o ceder el paso a coches que tienen más velocidad que el nuestro.
Los otros tres días de vacaciones los pasamos encerrados en casa. Hicimos de comer (me compré un bote de nueces) y no hubo día en que no invitara al el gordo a comer a la casa y los tres días me dejó plantado. Pero ya pasó la semana santa y ahora lo que sigue es volver al trabajo: a Reyes.

Monday, April 06, 2009

Que el R y M ya son papás!!! Felicidades a ambos. Cómo pasa el tiempo.
Son las doce de la noche, O cose en la máquina, yo pierdo el tiempo en internet. Juego al darkorbit. Me matan, qué coraje.

Saturday, March 28, 2009

Anoche soñé con el Monterrey de 1901. Salía de la plaza de toros que estaba en Washington y Zaragoza, muy cerca del ojo de agua de Santa Lucía. En las calles de tierra se tendían las vías del tren urbano que pasaba con lentitud con su sonido de hierro arrastrándose sobre hierro. Por las ventanas sucias de la unidad se veía a señoras con altos sombreros adornados con listones y algunos señores iban de pie, enfundados como estatuas en sus sacos de levita. Subí por el puente encima del ojo de agua para ver mejor la ciudad y no tardé en reconocer boguecitos tirados por caballos y niños en shorts de dril que correteaban los perros sarnosos de siempre. Hacía sol, ¿cuándo no lo ha hecho?, y a mi costado izquierdo, miraba de frente al cerro de la silla, se levantaba con pereza el Palacio de Gobierno, con sus muros laterales mordidos por la obra y las columnatas cojas frente a la recién remodelada plaza Zaragoza que apenas si tenía algunas anacahuitas y bancas. Fuera de eso, Monterrey era una ciudad enana. Acaso alcanzaba a verse entre los techos altos al torre mayor de la catedral, porque ni el Casino ni el Palacio Municipal señoreaban sobre las cabezas. Allá iba el tranvía perozoso antes de doblar por Aramberri, para seguir por la calle de Lerdo hasta la avenida Progreso, que estaba a tan sólo dos calles de la calle de la Zona, donde corrían las vías de ferrocarril.
Luego me desperté, pero en el techo de la casa se veía aún aquellas casas, aquellos negocios de fachadas blancas.

Thursday, March 26, 2009

Monterrey revisitado

Qué padre es ir a Monterrey y sentir ese calor bochornoso que te pone una diadema de sudor en la frente, ese aire caliente y seco que barre la explada de los héroes, ese sol metálico que barre la plaza de los 400 años mientras el agua fría resbala por las escamas de poliestireno de la lagartera. Como cosa impensable, buena parte de mis dos días fueron caminar del Palacio de Gobierno al Palacio Municipal. Con A, descubrí un cafecito muy escondido en Arreola y me encontré al bueno de Orlando echándose unos tacos dorados frente a la caseta de un estacionamiento. Con E recordé que la cerveza del Sierra Madre es a toda madre y hasta me gustó el estilo directo de una dependienta que, ofreciéndome una tarjeta de descuento y al ver mi desgana, me espetó un" bueno, te interesa o no", y cuando negué se alegó deseandome una feliz estancia, jajaja. Ya hacía mucho que no caminaba a un costado del Faro del Comercio y descubrí que el agua de la fuente cercana ya es tan verdosa y amarillenta, espumosa, como el agua de las fuentes de la Alameda, en DF. Caminé por Morelos, poco, pero me senté en una de las bancas de la Plaza Hidalgo, frente al monumento al prócer que Bernardo Reyes, otro prócer, mandó hacer de él. Estos meses se me antojan muy divertidos, ¿cómo le haré para dar con la talla, con las palabras, de don Berny? Pasé por su tumba y había coronas y quise ir por su avenida, tan llena de refaccionarias, cantinas y negocios de acero, pero ya no me dio tiempo. Pero qué padre es volver un momento al terruño y descubrir que, aunque la ciudad ya no sea la misma y los violentos la violenten, pues siempre será Monterrey, ese cerrote de la silla a sus espaldas.

Thursday, March 19, 2009

las jacarandas de marzo

Me gusta esta época del año cuando las jacarandas empiezan a desplumar. Las calles se llenan del lila de las flores y los autos o la gente se las lleva entre llantas y zapatos. Y allá arriba aún hay muchas más, penden trémulas en los estilizados ramajes. El clima es apacible, el viento refresca, la tarde incomoda a las sombras, las expande, las aligera sobre empedrados, fuentes y anuncios de refrescos. Me recuerdan otras jacarandas, otras flores, un camino por las calles de Villa de Cortés, una reja, un pedestal con cierto nombre en los muros, una casa con escalera, una mesa, hojas, amigos, fotografías de familia en las paredes, una fotocopiadora que apestaba a tinta y un gran escritorio de nogal donde firmábamos documentos. Eso me gusta de las jacarandas, eso me gusta de aquellos colores, la sensación de estar iniciando algo, de encontrarse en el camino correcto o al menos, en el menos peor de todos.

Friday, March 13, 2009

Ayer fuimos al cine a ver Milk, de Gus Van Sant. Qué gran película. Qué gran actuación. Incluso, hasta Diego Luna no desentona ( por ahí leí que sí, pero nel). Al ver la película me hizo pensar que ya no estamos, como sociedad, en las grandes cruzadas. Lo que hoy impera es el miedo, el oportunismo y el fregar a los demás tan sólo si se compró un coche nuevo. Ah, pero por un momento, al ver Milk, dan ganas de luchar por algo, por lo que sea, comprometerse con alguna causa, pero tal parece que ese es mi principal problema, mi falta de compromiso con los demás. Al menos eso me dijeron y tal vez no tengan yerro aquellas palabras. Lo interesante es que Milk y Slumdog Millonarie de alguna manera reflejan lo poco Hollywood que estuvo la pasada entrega de los Oscares, como si por una pequeña fracción de tiempo premiaran a historias que hablan sobre lo humano y no a los grandes churros de siempre.

Wednesday, March 11, 2009

Dormir, no dormir
Soñar, no soñar
Tirar las herrramientas al suelo
O levantarlas
perseguir los sueños con furia
o dejarlos ir con facilidad
de qué cosas tan frágiles
está hecho el hombre
de cuantas medidas
de cuantos pesos
en que mar de disyuntivas
me convierto
me aislo
me muero

Monday, February 23, 2009

Hay gente que inica los lunes enojado. Así, no sé cómo terminarán la semana. Afortunadamente, no soy de esos. Los lunes los inicio soñoliento y si hay algo que me gusta en esta vida es andar así, con esa bruma entre el tener cosas que hacer pero estar lo suficientemente agusto como para no hacerlas pero saber que ese breve tiempo de bruma terminará pronto. Hoy que venía en el metro un chico y una chica casi chocan, se detuvieron, ella dio un paso a su costado derecho y él también. Ella sonrió y él empezó a murmurar quien sabe qué tantas maldiciones. La chica dejó de sonreír y huyo. Al tipo, bueno, también se le fue el metro. Buena semana tendrá.

Friday, February 20, 2009

Ocho años

Ya hace ocho años que traje mis huesos y mis miedos a esta ciudad capital. Ocho largos y dichosos años, en los que pasé de ser un joven que había tenido sus perdidas a un adulto casi en proceso de perder otras cosas. El avión planeó con suavidad sobre la ciudad de México y vi con avidez los techos enrojecidos, los tinacos, los edificios de cristal, la mancha verde sobre Chapultepec. El avión de Aeroméxico carreteó con algo de rudeza y finalmente se instaló en una de las entradas cercanas a las salas de vuelos internacionales. En el avión había conocido a un español, escritor, que se acababa de casar con una regiomontana y ahora ambos volaban a España, a Murcia, para ser más exactos. La chica tenía en la mirada cierta tristeza -ellos se habían conocido por internet y la boda apenas había sido la semana pasada en Mty-, y ahora se veía arrancada de todo lo que conocía para viajar a quien sabe qué lugar.
Yo llevaba dos maletas sucias y algo viejas que desentonaban con las último modelo que desfilaban en la banda de equipaje. Las tomé con apuro y me dirigí hacia la caseta de taxis, aunque sabía que iba muy cerca, a Aragón, a unas cuadras del metro del mismo nombre. El taxista salió rápido y rápido me depositó en la casa en avenida 519. Salió la Señora Alma con Minerva en brazos y no tardó en instalarme en el pequeño cuarto al fondo de la casa. Había un perro, que murió un par de años después y con el que me salía a correr y dos gatos, Ramses y Celic, que eran insidiosos y moralinos.
Rápidamente quise entrar en la ciudad. Le pregunté a la señora Alma cómo llegar al centro histórico y me dijo de la micro que pasaba por Circuito Interior, el metro´y cómo llegar. Yo iba con la nostalgia a flor de piel y en mi trayecto hacia Circuito Interior repasaba los nombres de los amigos: los De la Fuente, Cordelia, Janell, David, Raúl, Elida, etcétera. Me bajé en la estación Pino Suárez y desde ahí hablé a Monterrey. Una señora vendía quesadillas que calentaba en un anafre del que salía demasiado humo pero el humo del carbón quemado no me molestó, incluso se me antojó lo que vendía. Pero caminé. Seguí por esa avenida ancha, desemboqué al zócalo, miré de reojo la catedral y el palacio nacional. Ya el sol rebasaba la plancha. Entré por Brasil y una calle adelante -iba al INBA a buscar a Claudia y al Parra- cuando me lo encontré en la calle. Claudia y Parra saltaron por la sorpresa pero yo, de alguna manera secreta, lo tomé como un buen indicio, la certeza de que incluso en esa ciudad en la que no conocía nada ni a nadie, terminaría por encontrar buenos amigos.
Nos fuimos a comer a los bisquets de Obregón en la calle de Madero y después tomamos un taxi hacia una escuela por Tlalpan, a una estación del metro Villa de Cortés, donde la siguiente semana ya empezaría a ir al Centro Mexicano de Escritores. Mientras Claudia entró a sus clases -iba a presentar el examen de admisión a FFyL en la UNAM (terminó la carrera hace como tres años), el Parra y yo nos pusimos a platicar en el Sanbors de Xola. Me tomé un jugo de piña delicioso. Ya casi a las seis ellos se fueron -tenían un compromiso- y yo me interné en uno de los cafés internets de Tlalpan. No sabía en dónde estaba, pero, para todo recién llegado a la ciudad de México, ya sabía una cosa: mientras el metro esté cerca, nunca estarás perdido.
Janell me acababa de enseñar a utilizar el messanger, así que me conecté y empecé a hablar por él con una de mis dos únicos contactos: con Cordelia. Yo estaba disfrutando el viaje, la sensación. Volví a casa como a eso de las ocho de la noche y al llegar ya estaba la señora Alma con Samuel, su nieto, preparando la cena. Bebí un vaso de leche y me fui a mi cuarto a dormir, bueno, en realidad a leer. Terminé de leer a Volpí, sí, Volpi fue mi primer lectura en el D.F. Ese mismo año lo vería con la Gandhi, con Padilla y Palau, divertidos, jugando entre los libros. Le diría a David aquello y él lo tomaría con cierta envidia, porque ya sus amigos o él mismo, estabamos todos desperdigados. No soñé nada esa noche.
Hoy me desperté con esa sensación del paso del tiempo. En mis ocho años en el D.F. he vivido en nueve casas distintas. He trabajado en tres sitios: Santander, el ILCE, Santillana y ahora en Jus. He hecho buenos amigos que aún siguen en el horizonte, como Marlen, Alicia, Elena, Rodrigo y Efraín, el Boone e Hinojosa, Jorge; también amigos intermitentes, gente con quien la pasé muy muy bien, como todos los compañeros del ILCE, sin duda, el mejor trabajo que he tenido en todo este tiempo, buenos compañeros y compañeras, salidas a antros, excelentes fiestas, cero ambiciones laborales y curiosamente, casi no he hecho a ningún amigo en las instituciones de cultura por las que he pasado, y he sido hijo adoptivo de dos familias, los Arreola y los Camarillo Palafox. Desde hace siete años, todos los sábados, doy clases para adultos en el INEA y en Amistad Cristiana.
En este tiempo han venido mis padres y también mis suegros, y Elida, Ana, Lili, Laura, Carmen, Samantha, Raúl, Lacho, también un tipo del que es mejor no acordarse, y casi todos mis hermanos, menos Saúl.
Y también llegó O. Mi O.
Y, también, como todos los años, ya sueño con partir. Rebotan en mí las palabras de Bandeira: "todas las mañanas, el aeropuerto de enfrente me da lecciones de partir." Pero ese día no llega aún. Solía decirme un amigo, Daniel Sánchez, cuando decidas regresarte, dime, no le pienses, yo llegó por ti en mi camioneta, subimos las cosas y nos vamos en caliente." Ah, Daniel, creo que ya no tienes esa camioneta, verdad?

Thursday, February 19, 2009

Sacarse la lotería

Estos días he andado sumiso en la nostalgia y la idea de ganarme la lotería ha aparecido con fuerza, sólo que no sé qué haría si me ganara la lotería. Bueno, de entrada, le daría dinero a la gente que conozco y que sé que lo disfrutarían mucho. Le daría dinero a mi familia, a mis suegros. Mmm, no me compraría un coche nuevo, puesto que el que tengo me gusta más que bien. Compraría varios terrenos y construiría casas habitación para rentar y pondría una editorial. No sé si volvería a Monterrey, pero tal vez a Villa de Santiago sí, me compraría una bonita casa, con tres habitaciones, un solar que diera a la carretera nacional, para ver cómo pasan los coches y pondría libreros muy altos y una MAC en mi escritorio. En suma, me gustaría saber que mis hermanas andan en coche o que mis suegros tienen una gran casa y que O se comprara todas esas cosas tecnológicas que le gustan y los lentes tan caros que no la he dejado comprarse, jajaja, pero ella no me compra Uridium, así que de alguna manera estamos a mano.
Pero entonces, como en todos los sueños, despierto. Y me aburro y me da sueño .
Esta vida aburrida que tienes, me dice Gaby en la editorial, cuando ayer entrevisté a Atlantis y antier al Hijo del Perro y la próxima semana a Blue Demon!!! jeje

Monday, February 16, 2009

Es curiosa la sensación de terminar algo, y por algo me refiero a un libro, un libro de cuentos, novela, lo que sea, pero darle al libro un ceremonioso listón con la palabra FIN, aun y cuando sea indudable que ese libro aún necesita mucho trabajo, pero que, de alguna manera u otra, todo lo que tenía que contarse, el fin, la tensión perpetua entre los personajes finalmente se desahoga entre ellos y en la relación que ellos guardan con quien los escribe. Este fin de semana terminé Ixel y eso me pone contento: es como liberarse de algo que estaba ahí, de esos personajes que tal vez necesiten de más páginas para ser contados junto con la aventura de este barco sagrado. Aún hay cosas en las qué trabajar, pero espero poner bien el listón y que quede bien junto a sus hermanas de género de Los cazadores de pájaros y la próximamente Reptiles bajo mi cama. Así que hoy hay que celebrar o más bien el viernes, el viernes hay que celebrar. Habrá fiesta, no por terminar una novela, no, no, sino por el Anti-amor. ¿Qué es eso? El estado natural de nuestro país. A poco no.

Tuesday, February 10, 2009

Cumple de papá

Papá cumple años. Temo decir que no sé cuántos cumple, aunque anoche hacía la cuenta y según yo, cumple 54. Malo para las fechas, todos los años mis hermanos me hablan para recordarme, "ey, hoy es 10 de febrero, háblale a papá". Les agradezco enormemente que lo hagan aunque aún así siempre meto la pata. En una de esas ocasiones me hablaron con media hora de anticipación a la fiesta. Tomé nota y una hora más tarde hablé. Felicité a papá y no sé porqué, me pusieron en el speaker. Me puse a saludar a tíos, primas, hermanos y me emocioné tanto que olvidé todo. Estuvimos platicando como media hora hasta que al final, casi al despedirme, dije: "ay, gracias por recordarme del cumpleaños, que se me había olvidado por completo". En ese momento, silencio, luego, carcajadas. Al final, papá sentido. Pero no todos los años han sido así.
Tal vez me olvido de su fecha de cumpleaños, pero procuro no olvidar otras cosas: cuando teníamos juntos el negocio de ropa deportiva y todos los lunes nos sentábamos a la mesa para hacer los planes de trabajo: cuánta tela comprar, con qué costureras ir, qué hacer primero y después. Al final, había una especie de paz en la mesa, antes de la cena, esa paz que da saber que hay trabajo y sabemos como hacerlo bien.
Tampoco procuro olvidar cuando nos íbamos a correr a ciudad deportiva. Caminábamos desde la casa hasta allá, unas doce calles y nos poníamos a correr. Allá íbamos en el trote, uno dos, uno dos, un dos, sudando, tragando saliva, a veces escupiendo, el sol nos pegaba primero de un lado y después del otro, el aire y la arena, la ruda y suave al mismo tiempo sensación de las pisadas, el braceo.
Algunas veces, pocas en realidad, nos íbamos a comer coctel de camarones en un sitio, no sé si siga ahí, en la esquina de Tapia y Juán Mendez. Él pedía una copa grande y yo deambulaba entre pescados y otras cosas ya que fue en una de esas salidas que descubrí mi alergia a los camarones. Lo sé, lo sé, sé que me pierdo de una de las pocas delicias del mundo, ya purgo mi propia condena.
Ahora hemos agarrado de irnos al cine cuando voy a Monterrey. Es como una salida obligatoria. Nos sentamos con palomitas y todo, oímos, vemos, nos reímos, nos asustamos. Casi no decimos nada, pero estamos ahí, juntos. Luego volvemos a casa, hablamos, me dice qué hacer, cómo hacerlo, me da sus consejos. Ahora disfruto mucho más otra cosa, cuando vamos a Monterrey, que O hable con él, que papá se suelte a contarle quien sabe qué cosa, que lo escuche reírse o quejarse aunque a veces papá salga con cada cosa, jaja. No sé si el próximo 10 de febrero me acuerde o me tengan que hablar, pero bueno, hay cosas que la tradición dicta como el olvido, hay cosas que el corazón exige, como el recuerdo.

Thursday, February 05, 2009

Acabo de ver en el blog de la Mine que puso fotos de la gente con la que extraña cotorrear, esa gente que ya te sabe, ya te conoce las mañas, que tú les conoces las suyas y que, como dicen por todas partes, no hay pedo. Lamentablemente casi siempre he padecido de algo: que mis amigos no se caigan muy bien entre sí. Los ejemplos son muchos. Pero lo importante de lo que me recordó la Mine fue esa gente que antes era amiga y que ya casi no la veo.
Por ejemplo Nora, compañera de la secu, sí, de la secu. No sé porqué pero nos habíamos hecho primos por el habla y la amistad. ¿Cómo está primo? Bien, ¿y usté prima? Así nos íbamos por la vida. Además, como mucho tiempo vendí periódico cerca de su casa, esto me permitía visitarla un poco más, los sábados cuando íbamos a la cobranza.
También recuerdo y me gustaría hablar de nuevo con Linda Montemayor. Estabamos en la secu y creo, éramos buenos amigos. Cuando me enfermé de viruela me llevó flores, qué cosa, que conmoción. La seguí viendo ya durante la preparatoria, hasta los inicios de la facultad. después le perdí la pista. Luego, hace como tres años volví a buscarla y su papá me dijo que se había casado, que no estaba, pero que volviera después. No volví.
También me acuerdo de Gloria Drawaillet, era muy divertida y mucho muy inteligente. Estábamos en segundo de secundaria, qué chiquillos y nos vimos también hasta la facultad. Luego dejé de tener la pista cerca (más bien me cambié de ciudad).
Así se me van juntando los nombres: Alfonso y Betty, Cristina Aguirre, Norma, una Elizabeth en la prepa que vivía en la Estancia, Ángel, ¿dónde andas Ángel Reta?las fresas, como se llamaban en el salón de comunicaciones a Elisa, ¿Elsa?, Elizabeth, Selena, Anarik y al Gilberto que ahora sale en la tele dando noticias de música grupera en el canal dos y que siempre se quejaba por mi voz, o bien, a Berenice. Qué de rostros somos.
Aunque claro, sigo viendo gente, buenos amigos, como los chicos de la prepa, Mónica, Rafael, Aneida, Diana, Denisov, Fabián y Enrique, o bien Josué y Diana de la secundaria y la Caro, el Rilva y Miner de la facultad. Aunque veo que con el paso el tiempo los lazos son menores y duran casi siempre el tiempo que convives con la gente. Siempre, al final, volvemos al pasado. A lo seguro auqnue a veces ya no tienes mucho en común con esas personas porque los intereses siempre nos lanzan a aventuras, pero con ellos siempre hay una cosa de familia. Amigos de familia, sin duda.

Monday, February 02, 2009

Sueño con serpientes

Soñé que me invitaban a presentar un libro. No recuerdo qué libro era, ni quién era el autor. Pero lo interesante es que, en el público, estaban todos o casi todos los que sé me detestan por una cosa o la otra o que mi persona les parece graciosa, ingenua, naif, etcétera. Ahí estaban aquellos maestros que decían: "y los norteños, díganmen qué es de los norteños". Ahí estaba la persona que me sugirió que dejara de escribir porque yo no iba a aportar nada a la literatura no digamos mexicana, ni regiomontana, la que me enloda sin que yo la conozca pero ya saben, de todo uno se entera. Ahí estaba el que hizo un blog contra mí, mi maestro de la prepa que dijo: "Hay cosas que se las tienes que dejar a los mayores, y eso es escribir." Ahí estaba un tipo al que en una semana le quité, sin saberlo, trabajo, premio e incluso, pareja. Ahí estaban los que se burlaban de los títulos de mis libros e incluso los conocidos que más parecen enemigos, los que escriben en blogs de conocidos para tirarme. En fin, espléndida reunión. Pero... presenté el libro. Y en el sueño recuerdo mucho que me reí, que dije muchos chistes, que los tenía matados de la risa. Lo asocié al despertar con algo que me dijo un conocido: Toño, detesto lo que escribes, ignoro cómo es que has publicado pero... tú como persona me caes muy bien. Bueno, me dije, algo es algo.

Sunday, January 25, 2009

Mi Moleskine

Que me han hecho un estupendo regalo. ¡Una moleskine! Ah, banal que soy, pero me parece un estupendo regalo. De hecho, hace mucho que no recibía una regalo. Ok, no me tragué toda la publicidad que viene en la libreta, que si Hemingway, que si el arte, que si la bla bla bla bla... Pero es mi moleskine. Ahora sólo me falta una pluma que no sea BICK (no tengo nada contra ellas, que de muchos apuros me han sacado) y podré sentirme en paz.
¿A qué ciudad de México me recomendarían irme a vivir? Quiero una ciudad tranquila, donde pueda llegar y poner algun negocio rejalado, donde no ande batallando con tránsitos, policias y narcos, una ciudad al menos con algún río y donde haya cosas por hacer con la promoción cultural y no esté amafiado tan pronto, ni tenga sus caciques literarios tan llenos de frustración y vacíos de obra. ¿Qué ciudad me recomiendan? Había pensado en Tehuacán, también un poco en Xalapa, pero ahí no se cumplen los dos puntos finales de la lista. ¿Aguascalientes? No lo sé. Querétaro... podría ser, pero no. ¿Cuernavaca? Ah, sin duda, me gusta Cuernavaca. ¿Chilpancingo? jajajaja. Monterrey... no, no, ahí hay demasiada mafia y penden varios vetos culturales sobre mi cabeza sólo porque ya no vivo ahí, como se han encargado de decirme varia gente... ¿Guadalajara? Ah, podría ser Guadalajara. ¿Y si vendo todo y nos vamos al extranjero? Mmmm, no lo sé, no me gusta que me maltraten y sean racistas conmigo. Así que, ¿qué ciudad me recomiendan?
Yo entiendo cuando los padres quieren lo mejor para sus hijos, usando sus palancas para posicionarlos en los trabajos. Pero lo que no entiendo es cuando los hijos se aprovechan de eso. ¿Se sienten tan incapaces como para no lograrlo sin la amistad del padre con la jefa o el jefe en turno?¿Y todavía dan grititos de felicidad? Aunque también están los que dejan en el pasado su gloria pasada y se dedican a hacer secuestros a sus compañeros, como un chico, primera base, campeón en Williamsport, regio para no variar, que a los 23 años ya fue capturado por andar de secuestrador. La verdad es que no vale la pena hablar de lo jodido que está el mundo, esas sensación lacrimosa y rara que te da cuando un tipo admite campechanamente que disolvió 300 cadáveres en tambos de ácido. Si sólo de recordar esa escena en Robocop cuando el policia robot mata a los malos dejándoles caer ácido dentro de su camioneta... arrgggg. En suma, sí vivimos en un mundo triste. Pero imagino que siempre ha sido así. La maldita idea de la democracia y la libertad que nos ha engañado tanto.

Friday, January 23, 2009

Estos días traigo una hueva espantosa. Como que aún no me repongo de las navidades. No le veo el caso a muchas de las cosas que hago, pero vamos, las hago para mantener la estabilidad emocional. Imagino que sucede. Muchas veces uno sigue sólo por la inercia. Hace tiempo, me dijeron de una buena amiga que "ella brillaba". Me quedé pensando si yo brillo o algo parecido y a menos que tenga pilas, creo que no. Pero, bueno, no siempre se puede andar radiante por la vida. ¿O sí?

Tuesday, January 20, 2009

Las cosas no eran mejor entonces, pero yo tenía mi cuartito con techo de lámina, mi pequeña sala, mi escritorio y mi computadora donde escribía, según yo, una novela importante, mis dos libreros con mis primeros doscientos libros, además de una televisión y una videocassetera, sí, videocassetera donde algunas noches vi Star Wars o El lado oscuro del corazón. Y las cosas no, no eran mejor entonces pero tenía intactos a mis vivos. No me faltaba nadie. Todo estaba en paz.

Saturday, January 10, 2009

En Venado

Siempre me han gustado las mañanas frescas, las que tienen una sensación casi helada que te abraza el cuerpo mientras recorres un patio. Mañanas así he tenido pocas, porque el aire frío de Monterrey cuando es frío no se anda con contemplaciones y ahora, el aire del D.F. es apenas frío, apenas tibio. De las mañanas a las que me refiero son aquellas en las que viene no sólo la temperatura al encuentro con uno, sino también los olores y los ruidos. De las pocas que he sentido así fueron en Venado San Luis Potosí, donde está el ombligo de mi familia. Habíamos ido a visitar a una tía y su hija. Cuando íbamos nos dejaban siempre unas camas altas y mullidas con cabecera de barrotes de latón. Me gustaba mucho desyunar en esa casa y contemplaba con gusto la forma como la tía encendía la estufa de carbón. Buscaba de entre las cenizas alguna pequeña braza y al hallarla le soplaba despacito mientras iba colocando un poco más de carbón o papel. Al poco tiempo ya estaba listo el fuego y mi tía dejaba caer encima una parrill negra a causa del uso y encima ponía los sartenes de peltre descascarados por todas partes y echaba a sofreír los huevos con una jugosa salsa verde. Había en esa casa una pequeña troje con piso de tierra y en el que se amontonaban carbón, un cuadro de alguna bicicleta infantil de mi prima y curiosamente, también juegos de mesa que mi tío le había comprado a mi prima en sus no pocas estancias en Monterrey. Y el patio, el patio era lo mejor, bardeado, con dos solares, uno lleno de flores cuyo nombre y cuya memoria no me alcanzan para dilucidar y árboles rodeados por breves caminos de adoquines. En el solar contiguo el jardín había sido tomado por la naturaleza y crecían aquí y allá berbechos, mezquites, ralos árbustos resecos, nopaleras dispersas y al fondo, creando una valla de la que no me animé a cruzar, había una hilera de cactáceas tan verdes que estallaban y coronadas por espinas en todas partes. De la nada, estar en ese patio, no este último, sino el primero, mientras veía a mi prima vender leña a un vecino, resultaba una experiencia de paz con el frío que barría los adoquines, el olor de los huevos que salía de la cocina y el zumbido de algunas abejas. La mañana estaba clara. El sol aún no se veía sobre nuestras cabezas y por entre la puerta entreabierta del otro solar se alcanzaba a ver la valla de nopaleras. Y yo me metía a la cocina donde ya me esperaba mi abuela y mi tía con los demás. Ahorita tengo cayéndose en mi boca la sensación calientes y gorda de las tortillas al comerlas.

Monday, January 05, 2009

Comida... comida... comida

Dos semanas después de andar en el rancho vuelvo con algunos kilos de más. No es para menos. A cuanta casa a la que fuimos nos daban carne asada, frijoles a la charra y tamales. Eso, aunado a las nieves Sultana (¿verdad que son de lo mejor?), a los platitos de menudo, a las tortillas de harina, tacos mañaneros, a la barbacoa de res, a las papas asadas, a las hamburguesas y malteadas del Carl´s (sé que hay acá, pero allá en Monterrey la nostalgia les da un sabor inigualable), a los tacos nocturnos de bistek y otras linduras, sólo por mencionar alguna hicieron de este viaje algo nada cursi pero sí muy rudo. Ah, ya volveremos pronto. Qué bueno fue verlos a todos y todas y tod@s. De mi lista, lo único que faltó fueron los tacos Pipe, pero un amigo me dijo que ya no saben tan ricos como antes, ahora ya sólo son de bistek y no de gato. Ajúa.