Pronto cumpliré los 30 años. Y pienso: ¿qué es lo que hecho? ¿He cumplido mis promesas? ¿Aún no me he traicionado? ¿Debería? Veo a otros de mi edad o los escucho o me llegan noticias de sus hijos, sus negocios, la casa nueva que pasará a engrosar sus testamentos o el coche último modelo o de mediano modelo que está a las puertas de sus casas. Y pienso: caray, ya mero tendré 30 años. Y no tengo casa, ni coche, ni hijos, ni una gruesa cuenta bancaria y miro el 31 de septiembre con cierta vacilación y duda sobre lo que vendrá. Y pienso: treinta años y no sé si sigo pensando en ese número con la misma sensación que tenía cuando me quedaba en medio del patio de mi escuela, la cerro de las Campanas y miraba al resto de mis compañeros comer dulces o correr entre las bancas y yo me quedaba en medio del patio y sentía el sol y cómo el tablero de basquetbol alcanzaba a arrebatarle una sombra cuadriculada, casi triangular que mojaba el piso y me llegaba hasta las rodillas. Y pienso: treinta años como si pensara otra vez alguna tarde en la preparatoria, específicamente aquel pasado mediodía que lloré por nada casi quince minutos y no sé si lloraba por mí o porque sólo tenía 16 años o lloraba por que un conocido se había roto el fémur o porque no entendía nada de inglés. 30 años. Ahora me dicen que no importa, es sólo una fecha. Pero a mí me importa. Yo vivo este número. ¿He dejado algo? Y la pregunta me golpea. Y pienso entonces en mis tres libros, esas miles de palabras y en un ejercicio de descombrar abro mi computadora e imprimo mis dos novelas inéditas, mis dos libros de cuento y pienso en las mujeres y hombres que he escrito, Zaragoza, Perla, Martha y su esposo, los niños de Salazar Mallén, el niño cuyo padre canta en los funerales, Gume y Karen, su hija, pienso en la nostalgia del chofer de camiones, la nostalgia de los pandilleros, el hombre que se cree guapo o la mirada de Ángel Uresti. Y pienso ¿este es mi mundo, lo que le he arrebatado a la realidad? Sí. He arrebatado mucho: tres libros publicados, cuatro inéditos. Tal vez la esencia de la vida está en no perder y perder el miedo a la muerte. Yo amo a una mujer morena, tengo mis padres y mis hermanos, mis pocos amigos y mis libros. ¿Qué se sentirá vivir más adelante?
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1 comment:
Sí, esto de cumplir 30 no es tan sencillo, creo (creo) que te comprendo porque ya pasé lo mismo. ¡Bienvenido dentro de algunos meses al club de los 30!
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