Thursday, December 15, 2005

Quiero un transformer de regalo

En fechas navideñas llegaba la temible hora de los regalos para mis papás. No somos muchos pero cómo dábamos lata. Además, el bombardeo televisivo y con Chabelo era terrible, infame, desquiciante. A cada rato veíamos que los carros a control remoto, los juguetes de química mi alegría que siguen siendo el hit dentro del hit o los juegos mesa eran la delicia de chicos y grandes. En la televisión veíamos a niños que jugaban al operando o al pulgas locas. Y mi papá nada más veía la televisión sin decir nada y nosotros mejor ni nos hacíamos a ninguna ilusión.
Yo lo que realmente quería de regalo era un transformer. Quería a Optimus Prime y a uno que otro Desepticón.
Una navidad dio el 24 de diciembre y papá simplemente no alcanzó a comprar nada. Siempre supimos que Santa Clos. Pasamos la noche medio tristes, con la certeza de que no habría regalo porque el tiempo era duro, la crisis mucha y no había dinero. Cenamos algo en casa de mi abuela Petrita y recuerdo que a mis primos les dieron muñecas, una cocineta para niños y colecciones de carritos. A la mañana siguiente con el frío en la calle, el humo de varias fogatas en las calles y el tronero de cohetes que habían soportado la víspera estábamos sentados frente a la casa de mi abuela cuando papá llegó y nos dijo: Vayan a cambiarse, vamos por sus regalos.
Nos pusimos bien contentos. Digo. Super contentos. Tomamos el Moderna y nos bajamos en los puesteros de Reforma mi mamá, mi papá, mis hermanos Jorge y Saúl y mi hermana Ruth (Elda no estaba en las cuentas aún).
Los puesteros eran un bullicio de música, vestidos y pantalones colgantes, series de luces navideñas, cartuchos de atari, televisiones y estéreos en venta. Antes de entrar, como quien está por descubrir una tierra prometida, papá puso la condición. Sólo les puedo dar un regalo de 10,000 pesos (de los viejos, claro). Yo pensé que era mucho dinero. Claro, pero cuando entramos a los puestos y empezamos a preguntar me di cuenta que esos 10,000 pesos no iban a alcanzar para nada.
Al final mi hermana se compró unas "comiditas", Saúl unos luchadores de plástico y Jorge y yo unos trailers a control remoto. Mi tráiler se descompuso a las tres horas. Yo pensaba que era un trailer todo terreno y cuando lo hice saltar como una rampita, cayó y no volvió a arrancar.
Al año siguiente ocurrió lo mismo. Pero ahora, en lugar de ir a los puesteros, papá nos llevó a comprar nuestros regalos a la tienda Benavides de Félix U. Gómez. Y ahí estaba. Optimus prime y compañía. Ahora podíamos gastar 15,000 pesos pero cuando hice las cuentas no me alcanzaba ni para el vocho amarillo que se transformaba. Me compré un jeep con cañón antiaéreo en la parte trasera. Volvimos a casa otra vez con el frío. Cuando llegamos a casa de mi abuela nos dieron menudo y recuerdo que estaban pasando la trilogía de Star Wars. Quedé asombrado por las escenas, por la fantasía de otra galaxia. En los comerciales pasaron que había un juguete llamado "El halcón milenario". Miré a papá y creo que su cara lo decía todo. Ni lo pienses.
Los años siguiente entramos al simple: ya creciste, nada de regalos, solo para Ruth y Saúl. Y creo, que hasta la fecha, no he tenido un transformer de regalo. A veces paso al pasillo de juguetes y pienso en comprarlo pero no lo hago. Algo me detiene. Y sigo. Pero me acuerdo de mi papá preocupado por tener dinero para regalarle algos a sus bestezuelas. Esto lo voy a dejar para navidad, decía antes, ahora creo que ya se ha desentendido por completo. pero nos daba 10,000 pesos para comprar. Que poco dinero era pero qué mucho corazón al mismo tiempo.

1 comment:

Anonymous said...

Prometi no ser mas un museo con patas pero....
Recuerdo un dia que me invitaste a comprar los regalos de navidad para tu familia, con que amor escogias cada uno de ellos, lo que mas recuerdo era un puesto(una isla como les llaman) donde vendian arrticulos religiosos y viste una biblia y dijiste "esta para mama" y no te importaba los precios....yo tambien soy asi ahora porque recuerdo que de niña a lo mucho que podia aspirar era a una bolsa de dulces, y veia como los demas niños se despertaban con sus juguetes tan bonitos y pensaba"pero si he sido una buena niña, y tengo buenas calificaciones" hay Dios que epocas aquellas, pero ahora que veo reir a mis sobrinos con la cantidad de regalos que reciben sin portarse bien, bueno un poco, me da tanto gusto...y no dejo de pensar que siempre hay una segunda oprtunidad de ser niños