Thursday, May 11, 2006

El gran acto jamás presentado

Mi colonia, cuando yo era niño, era un mal barrio. Cantinas por muchas partes, pandillas que se peleaban por un pedazo de calle, mujeres que murmuraban en las esquinas antes de pelearse y puestos callejeros de tacos de bisteck le daban vida a ese espacio insólito, terrible, lleno también de montes baldíos donde mis primos y vecinos de la cuadra armábamos pequeñas batallas campales. La flanqueaban por un lado (la siguen flanqueando, delimitan sus horizontes, marcan sus fronteras de por sí deslucidas, borradas que hay en toda colonia de ciudad), una clínica hacia el norte, una vías de ferrocarril hacia el sur. Al Poniente la lustrosa avenida Felix U. Gomez y al Oriente las naves industriales de Aceros Planos.
En esas calles se dio cita muchas veces la violencia y la muerte pero también el festival. A veces iban pequeñas ferias pueblerinas a sentar sus reales en los baldíos. Las luces de colores disfrazaban la noche con un carnaval efímero y el olor de las palomitas bordeaba la oscuridad, humedeciéndola de mantequilla. En otras, circos viejos, con telones raídos, carpas remendadas y leones flemáticos asistían a otros de sus llanos. Pasaba entonces una combi (casi siempre eran cmobis) y en megáfono invitaban a las magnas funciones de circo, a payasos de cuyo nombre no me acuerdo.
Acaso la magna función de circo en mi colonia ocurrió una noche cuando un circo presentó por única vez el "gran acto de todos los tiempos" de "la rueda de la muerte". La noche tenía expectativa. Los pocos que logramos entrar presenciamos cómo, luego de los insignificantes payasos, los gatos que caminaban por una escalera y saltaban, aparecía una gran bola de hierro. Esférica, hueca por dentro. El anunciate dijo que una a una iría a entrar cuatro motos a la esfera. El ruido de los motores tronó en la noche erizando pieles y avisando a los ojos a no perderse nada, a beberse esas imágenes para que no quedaran en el olvido. Una a una las motos entraron y cada una era recibida con regocijo y aplausos callados.
Cuando las cuatro motos se estabilizaron en distintas trayectorias dentro de la esfera el anunciante volvió a aparecer y dijo: Ahora, "Estrella entrará". ¿Quién era Estrella? Quién sabe, pero cuando la chica, vestida con un diminuto vestido plateado y lentejuela apareció en el ruedo una exclamación de asombro nos invadió. Era frágil, al menos esa impresión nos dio.
Apenas entró sólo era el sonido monocorde de las motos al pasar frente a ella, a un lado, moviéndo con la cauda de su velocidad su pelo, el vestido casi erótico, la sonrisa tatuada. Y yo imaginaba un choque, una moto que caía sobre ella, un cuerpo despedazado pero Estrella, al interior de la esfera, se iluminaba con un aura de gigante. Luego salió y las motos hicieron lo mismo.
No hubo más en la función pero afuera alguien dijo que eso ya lo había visto en otras ciudades y en otros circos. A la semana se fue el circo y nunca más volvieron las motocicletas a esas calles a causar prodigios más que para entregar pizzas o periódicos. No recuerdo cuando fue que los circos dejaron de ir a mi colonia Moderna pero sé que ahora, ese llano, es una gran bodega color gris en la que embodegan sacos de harina. A veces, cuando paso, cuando esta larga estadía defeña me permite ir al contacto con mis calles, pienso qué será de esa Estrella. Si, como esa noche, salvó a la muerte o hubo una infortunada tarde en la que las llantas finalmente lamieron ese filo grandioso de su falda.

2 comments:

Anonymous said...

Great site lots of usefull infomation here.
»

Anonymous said...

Here are some links that I believe will be interestedhttp://neveo.info/3122.html or http://indexmachine.info/1210.html and http://neveo.info/3050.html