Monday, February 04, 2008

Primera señal de que me pongo ruco

Tomo poco... casi nada. Fumo, nel. Hago ejercicio, tampoco. Me alimento saludablemente: frutas, vegetales, carne, pero luego tamales, chocolates, etcétera. En suma, creo ser una persona ni muy muy, ni mal mal. Pero anoche tuve mi primera señal de que la ruquez ya me llega, me llega con un bofetón desde el futuro. Fui a ver Cloverfield Monstruo. A la media hora ya estaba mareado. Faltando quince minutos mejor cerré los ojos porque si volvía a ver esas tomas alrevesadas con giros extraordinarios iba a devolver la comida ahí en el cine. Todavía alcancé a ver algunas escenas. Pero me quedé hasta el final, pestañeaba, vi una impresionante de un bombardero dejando caer bombas (ese J.J.Abrams me cae que es un master) y nada más.
Salí todo mareado del cine, con las manos y las piernas a punto del doblez y llegué a casa a vomitar. (es lo bueno de tener el cine a dos cuadras). Me tiré en la cama y me dormí. Cada media hora me despertaba y me volvía a dormir. Lo curioso es que hace mucho que no soñaba y anoche al menos tuve diez sueños de cataclismos en el Distrito Federal y cómo los sorteaba... bueno, no hay que esperar mucho, con que vengan los campesinos a quemar tractores ya con eso se necesita para sobrevivir un cataclismo en la ciudad de México.

1 comment:

José Luis said...

Ese achaque que tienes lo viví hace una año casí, te relato lo que escribí:

A mis cuarenta

El dolor fue intenso, no me dejaba sentarme en el asiento del auto, parecía que la cintura se me abriría en dos si intentaba encorvar la columna vertebral. A los costados de mi cadera unos fuertes dolores se clavaban en mis carnes, como si me pellizcaran con unas pinzas con mucha saña.

Aún y con todo lo que me dolía no quería ir al médico, pensaba que se pasaría pronto. Mis hijos y mi esposa se quedaban sorprendidos por mi estúpido razonamiento.

Tan pronto como me acomodé en el auto el dolor fue cediendo hasta ser soportable, conduje el automóvil hasta el sur de la Ciudad, apenas y nos daba tiempo de despedir a mi amiga en su funeral, en cualquier momento retirarían el cuerpo de la capilla de velación para llevarlo a dar cristiana sepultura, así que no tenía la alternativa de irme al médico comprendidas ambas urgencias.

Solo estuvimos unos minutos, los dolores en mi espalda, riñones y huesos se pronunciaron más y más. Apurado me despedí de mis conocidos y nos dirigimos a casa de mi madre, pues nos quedaba más cerca que la nuestra, quería descansar un poco, recostarme tranquilamente…. Mis padres y mis hermanos se asustaron de verme caminar encorvado, no acostumbran verme rendido.

Pero es que… no lo puedo negar: he llegado a los cuarenta. Ya el médico y mis conocidos me empieza a asustar con palabras como infarto, colesterol, ácido úrico, qué se yo, tantos términos que uno no comprende, o no me había interesado comprender apenas un tiempo atrás.

Desde hace un par de noches no duermo bien, y no es solo por los malestares que me muelen el cuerpo, sino por estar dándole y dándole vueltas a los pensamientos negativos respecto a probables enfermedades y probables consecuencias de tenerlas.

Tres inyecciones y unas pastillas bastaron para calmar el problema. ¿Por cuánto tiempo? No lo sé…

Me quiero, me cuido, pero eso no es suficiente para sentirme del todo bien. La realidad es que he entrado en mi cuarta década de vida. Lo que para mis generaciones de adelante empezaba a los cincuenta, hoy, a las mías les sobreviene a los cuarentas. Dicen que por la baja calidad de nuestro entorno, que por los alimentos que consumimos, el mal aire que respiramos, del agua que bebemos…. Ya no sabemos a qué echarle la culpa.

Pero... ni hablar… ¡Bienvenido el nuevo estilo de vida de los cuarentas!... con todo y sus achaques.


Pues así me sentí hace un año, ahí quedó el antecedente, te lo comparto.

Un abrazo. que bienvenida la chochez.