Monday, December 01, 2008

No sé ustedes, pero hay dos tipos de películas mexicanas que me deprimen mucho y no son, por supuesto, ninguna de Pedro Infante aún y cuando fuera "Una ventana al cielo". De estas películas, más que deprimirme en sí la factura o hechura de ellas, lo que me aburre y fastidia son los personajes que muestra; me da la triste impresión de que no puede ser que durante tantos años nuestros iconos del cine mexicano fueran estos. Y por iconos me refiero sólo a dos: a Vicente Fernández pero, aún más peor, la India María.
Me ponen de nervios, como diría una amiga, así los pasen brevemente en la televisión o bien, los vea en las decenas de televisiones que hay en los alrededores del mercado de San Cosme, que en estas épocas navideñas se ha vuelto una locura de pinos, luces multicolores y otras lindezas por el estilo. No puedo creer que durante tantos años, a ellos les perteneció las producciones del cine mexicano. La India María, por el amor de Dios, un personaje tan patético, tan triste, una crítica tan absurda y Vicente Fernández, (excelente cantante, eso que ni que), con sus personajes pueblerinos, luchones, entrones, pero que siempre terminaban en un melodrama espantoso o una dicharachería ramplona.
A ellos deberíamos de agregar a Juliancito Bravo, un decano. Si me preguntaran por las películas de mi infancia tendría que, a fuerza, referirme a todos ellos. Poblaron, con su gracia o la ausencia de ella, mis tardes infantiles, robándole cámara a Capulina de quien, debo decirlo, fui fan durante una temporada hasta que se separó de Viruta. Pero son esas tardes de hartazgo las que recuerdo con Vicente Fernández y la India María, con Juliancito Bravo o Viruta.
Ayer que fui al mercado a buscar algo de comer ¿qué comí? ah, ya me acordé, vi en una televisión a la India María queriendo subir una cabra a un taxi y me dije, ¿así somos? ¿Esto es lo que queremos mostrar de México? No sería mejor poner el nuevo cine mexicano que ya abusó de la crítica social o de perdido, una repetición más de Amores Perros?
El caso es que volví a casa medio malhumorado y sólo me enojé más cuando vi las noticias y la cruzada por los más necesitados que Bejarano acaba de anunciar. ¿Este señor no tiene dignidad? ¿Acaso los mexicanos, tenemos dignidad? Sí, me dije un poco feliz, tenemos la dignidad de la India María, la dignidad de Vicente Fernández, esa dignidad que Televisa nos lanzó a diestra y siniestra cuando la noticia de la crisis estaba a todo lo que daba: la del que sigue chambeando aunque lo sigan robando, sí señor.

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