Saturday, July 04, 2009

Fin de cursos

Hoy terminó un trimestre más en el sistema de enseñanza abierta del INEA, en SEEAC. Tuve la oportunidad de conocer al menos a diez excelentes chicos que soportaron mis clases con estoicismo, aunque creo que al final les gustaron porque salí con buenos puntajes en la evaluación de asesores. Espero que les vaya muy bien en el examen de la SEP. Ya van, pensé hoy al despedirme, ocho años que todos los sábados doy asesorías y clases de literatura y redacción. Mucho o poco de lo que sé respecto a esos temas es gracias a las clases. Han sido ocho fructíferos años. Aún recuerdo cuando mis primeros salones iban derechito a reprobar el examen del INEA y cómo, una buena tarde, empezaron a caer setentas, ochentas, noventas y cienes de calificación y si bien sigue habiendo reprobados (es terrible que el INEA tenga libros tan viejos y complejos al mismo tiempo y que a la hora del examen, pregunten cosas que ni vienen en los libros, sino que pertenecen a materias anteriores), el índice de aprobados se ha mantenido constante. He conocido estupendos alumnos: María del Rosario, el primer cien, pero que durante su estancia en la escuela pasó de recién casada, a tener un hijo, y a entrar a estudiar administración a la UVM. También recuerdo con afecto a Aracely y su hijo, con el que fui a comer un par de veces porque quería ser escritor y tallereabamos sus textos en un restaurantito de mala muerte en el metro insurgentes, porque en esa época a los dos nos quedaba bien ese lugar. Omar, el saxofonista, también es un buen recuerdo. Era muy exigente como alumno y a mí a veces me vienen lagunas gramaticales, pero salimos avante y terminó pasando todas mis materias (siete en total). Hubo una chica, también, que pensó que podíamos ser algo más, pero hubo que poner claridad y distancia.El buen Marlon también fue exigente. Viene de Nicaragua y ha hecho su vida en México. Él también ya pasó por todas mis materias y aún anda ahí, en la escuela, batallando con inglés y química. Madres solteras, chicos con aire de rockeros, señoras de cincuenta y tantos años, alumnos que terminan dejando la prepa pero siguen yendo para jugar futbol en el receso, chicas muy jóvenes, extraviadas de sitio, que terminan ingresando a sistemas tradicionales, chicas con problemas en casa que me han contado de divorcios, tristezas e incluso problemas muy gruesos espiritualmente o bien, alumnos que pasan y no vuelven a aparecer, de todo ha habido estos ocho años en el SEAAC. Al principio hacía como hora y media para llegar y hoy, al menos calculé las minutos, hice 12 minutos, jeje. Muchos maestros han pasado y pocos hemos quedado. Solo Rosy, Elías y Lulú seguimos. Hoy les recordaba a los chicos, de cómo hace cinco años, la escuela tenía más de ochenta alumnos y jugábamos partidos de basquetbol en las canchas y el par de graduaciones que tuvimos. Y luego pensé como me he ido haciendo viejo también en esos salones y he visto pasar los sábados de mi vida frente a un pizarrón y chicos que intentan saber qué es un sujeto y predicado o porqué hay perifrasismo en los poemas nahuas o qué demonios es ese poema de La Campana de Shiller. He visto mis sábados incendiados por el polvo del gis y mis mediodías aturdidos por el regresar a casa con la satisfacción o insatisfacción que puede dejar una clase no bien dada. Pero ahí sigo y seguiré. Es una promesa con ellos y con él. Ahora también daré las materias de historia, qué hacer.

3 comments:

Sabina Franz said...

lo pregunto honesta y abiertamente: ¿El destino de un escritor es ser profesor de literatura?
y no me malinterpretes, a mí me encantaría dar clases pero.... a lo mejor y si estaría bueno publicar y publicar no?
¿Qué pasa con los escritores a los que les publican y les publican, ellos no dan clases? y bueno, aprovechando la ocasión...
¿Qué escritores mexicanos andan publique y publique? ¿los hay, y si nos hay...cómo carajo le hicieron?

Saludos,
Sabina

Anonymous said...

je, hola Sabina. No, no creo que el destino de un escritor sería dar clases. Yo lo veo como algo complementario, no para escribir, sino para mi vivir. Publicar y publicar sí estaría padre, pero en México es sinónimo de desesperación, de impericia, de etcétera, digamos que Rulfo nos la puso difícil, aunque yo creo que no se supone que eso debe de hacer un escritor, escribir y publicar? En fin. Qué escritores andan publique y publique, en realidad son pocos, por lo mismo y porque la pelea editorial sí está difícil. Pero yo te recomiendo que leas a Luis Felipe Lomelí, en Tusquets, a David Toscana, en cualquier editorial que lo encuentres y a los escritores del fondo editorial tierra adentro, ahí encontrarás cosas buenas.

A.

mclabo said...

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