Monday, December 12, 2005

1986

Tengo nueve años y estoy frente a la tele. La imagen a blanco y negro muestra la grama gris de un estadio y jugadores que van y vienen tras una pelota. Mi papá está sentado y escucho el ruido del público, veo el destello de las luminarias, la sombra de los jugadores sobre la cancha y veo el partido. En una jugada accidental, un jugador del Tampico Madero lesiona al Wama Contreras. Es un enojo de mi papá, es una sensación amarga en el esófago. Al final viene una jugada, el balón pasa rápido por los pies, le cae al Abuelo Cruz y lanza un tiro venenoso que se convierte en gol y le da el campeonato de fútbol al Monterrey, el del torneo México 86.
Con los años, he ido viendo esa jugada, ese golpe de suerte, ese balón que se incrusta en la portería del equipo tamaulipeco como parte de un suceso mitológico. Lo veo como la realidad pero también como algo mágico. Era tan bueno el recuerdo, la alegría de ese gol del Abuelo que soportó intacto en mi ánimo las siguientes malas y malas y malas y pésimas temporadas de los Rayados. Incluso pensé que nunca vería a mis Rayados campeones y cuando lo fueron, en el verano del 2003, estaba en Guadalajara, en casa de un buen conocido y sentía las ganas de salir a la macroplaza con una inmensa banderola y gritar esa felicidad sorda, tonta y primordial del: "Oe, oe oe oe, campeón... campeón...".
Es sábado y mientras salimos del cine, Daniela, quien estuvo de visita estos días en el distrito, me dijo: ¿Vamos a ir a ver el partido? A mi se me antojaba un encuentro difícil. Tigres había ganado 1-0 en el partido de ida y mis temores de años y años de derrotas florecían en todos mis poros. No, mejor vamos a comer a la casa, hacemos pasta, un vinito y listo. ¿Seguro que no quieres ver el partido? Dudé. Pensé en un gol de Tigres visto en la televisión y le contesté: vino y pasta. Ok.
Llegamos a la casa con el partido empezado y mientras se cocían los tornillos y el pollo Daniela yo platicábamos de cualquier cosa, de la facultad, algunos libros o amigas en cómún. ¿Seguro que no quieres ver el partido? Mmm... ok. Así que fui y prendí la televisión. Iban 0-0, marcador global a favor de los tigres. Volví a la cocina y ayudé en poco a preparar la comida y luego fui y prendí al estereo. Mala suerte, me dije, cuando la única estación que encontré fue RG la deportiva, y al tradicional y fastidioso de Hernández Junior (es increíble como este locutor estupidiza a la gente, como les mueve la entraña y juega con la vana ilusión de regalarles boletos para partidos. La gente es capaz de ladrar si él les dice que lo hagan y todo por un boleto).
El partido iba ya 1-0 a favor del Monterrey y yo estaba feliz. Le hablé a Efraín, otro regio en el exilio y estábamos muy contentos. Daniela y yo empezamos a comer con el partido al fondo y todo estaba delicioso, el vino, la pasta, la salsa de la pasta, el pan con queso. A veces nos reíamos, otras solo platicábamos cuando cayó el gol de Gaytán. Dice Daniela que mi rostro se volvió una masa de decepción y tristeza, que comencé a apretar las quijadas. Luego, faltando cinco minutos para que se terminara el partido cayó el gol del Monterrey. Salté, dije muchas veces: A huevo. Alzaba el puño en señal de victoria, todo un show. Mi amiga estaba asustada. No pensé que iba a ver esa transformación. Pero ganamos es lo que importa.
A la mañana siguiente, mientras el equipo de Carlos Rey filmaba el mural de la torre de Comunicaciones y Transportes, me acordé del triunfo de mis rayados. Tres horas después estábamos en un café de chinos. Entre pláticas del Popol Vu, alabanzas al café negro, un pequeña revisión a Juan Rulfo y mas entró el tema del fútbol. Carlos nada más sonrió y dijo: ¿A poco existe otro deporte? Algo me dice que vienen momentos agradables.

4 comments:

Danielo said...

Al ver a estas Rayas, quedan atrás los tiempos malos, creo que este equipo será recordado como se recuerda al equipo de Bahia, del Abuelo, el Wama, etc..
Rayados se merece el título, de hecho ya pedí de regalo navideño mi camiseta con las 3 estrellas.
Los que lloramos con las Rayas de finales de los 90, queremos celebrar con estas Rayas, para que en 10 años más le platiquemos a los hijos de las hazañas del Guille, Lucho, Cabrito, Baloy, Alex, El Piojo. Quien iba a a decir que Luis Miguel "Fallador" nos iba a traer un equipazo. Y como dice la canción, el Azul y Blanco es mi bandera de ilusión...vamos Rayados que queremos la copa..y a esos del Toluca..les vamos a dar chorizo...

Anonymous said...

Es increible ver como el futbol mueve tanto las pasiones, aun veo el rostro de mi hermano (cuñado en realidad) y la felicidad en su rostro cuando Mty quedo campeon, los brincos, los gritos y toda le gente que se reunio en la calle se subieron a sus carros y se fueron a la macro, mi hermana y yo nos mirabamos atonitas, no sabiamos si habia pasado un huracan o que pex...en fin la historia se repite a poco tiempo y en pocas hrs se sabra si MTY volvera a ser campeon...

Anonymous said...

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Unknown said...

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