Friday, November 11, 2005

De un mail para Ana

Vivo en la oscuridad.
Cuando llego ya es de noche. Cuando salgo de la casa a la oficina aún respira la madrugada. Los policias de la unidad comienzan a desperezarse después de una vigilia helada y sólo la luz de la caseta de taxis parlotea en la negrura. El camino a la oficina es rápido. Los policias del edificio de zafiro, su masa cuadrada y azul dentro en lo oscuro, vive en silencio a esas horas de la mañana. Murmuro un buenos días que apenas recibe respuesta y subo por el elevador los nueve pisos.
En el piso donde está la oficina, los dos policias que cuidan, cabecean, sentados en las sillas. Hoy descubrí a uno acostado bajo los escritorios, con un petate hecho del cartón de las cajas de la computadora. Uno de ellos es un excelente papirofléxico. Hace cuadros, cabezas, estrellas de mar, estilizadas y barrocas flores. Nunca lo he encontrado haciendo nada pero hay mañanas cuando la recepción amanece erizada de papel de colores con formas caprichosas.
Luego, el día se me va en el trabajo, cotejar textos, escribir pies de fotografías, huir al mediodía e a la fundación donde el policia de don Ciri siempre abre la puerta con amabilidad, a diferencia de otro, chaparro, mal encarado, que ahuyenta incluso los buenos deseos. Ahi veo a Alfonso, a Claudia, a Edith, al maestro Langagne a veces. Me pongo a escribir en una sala medio oscura, con una luz blanca que apenas ilumina el monitor de mi computadora.
Lo bueno es que hoy es viernes y podré, hacer al distinto. El fin de semana aparece como un gran barco blanco sin nada ni nadie con quien estar.
Es excelente.

1 comment:

Anonymous said...

Sin nada ni nadie con quien estar también me parece excelente, lo hice esta semana y fue extraordinario, pero a partir de mañana y por algunos días más será a la inversa, para obtener resultados diferentes en mí y utilizar nuevas herramientas.