Saturday, March 11, 2006

Retrato de cuatro presentadores

Cuatro en el estrado.

Hernán


De noche y la fiesta era en casa de Rocío Cerón. Estaba entonces, apenas, en mis primeros y nerviosos meses en el distrito federal, e ir a una fiesta me entusiasmaba porque en realidad tenía como cuatro meses sin asistir a alguna. El microbús me llevó desde Aragón hasta Hipódromo Condesa y cuando llegué a la fiesta me sentía animado, tranquilo, en paz. Susana, Marina, Rodrigo y Claudia Guillén estaban ahí. Había música rélax en el estéreo que se encontraba en una esquina de la casa. La fiesta navegaba en aguas tranquilas hasta que un muchacho alto, con lentes negros, pelo crespo y sonrisa cordial gritó: “Vamos a cambiar esos discos”. Se abrió paso hasta el estéreo, revisó los cidis y apenas puso la canción de: “Qué pasará, qué misterio habrá, puede ser mi gran noche,” la fiesta dio un giro hacia la locura y todos empezaron a bailar. Ese muchacho era Hernán. Me lo he encontrado en otras reuniones, en un camión atestado de becarios del fonca camino a Morelia o cantando en la noche bajo la luz amarillenta de los arcos en la plaza de Veracruz, y ahora casi todos los días en el cubículo junto al mío en la Fundación. Bailador excepcional, poeta intenso, crítico puntual, antologador visionario y buen amigo, siempre ha sido una celebración sus palabras y un deleite hablar con él lo mismo del verano en turno o de poesía. Gracias, Hernán, por estar aquí.



Socorro


Cuando apareció en aquella salita de la casa donde se encontraba el Centro Mexicano de Escritores supe que iba, con el tiempo, a querer, estimar y admirar mucho a Socorro Venegas. Con ella y Efraín, su pareja, he ido a comer chapulines a Tepoztlan, a comer pasta en un restaurante junto a la catedral de Cuernavaca y a una que otra boda en tardes donde todo tiene un aire festivo. La he visto en Monterrey en una mesa de lectura, en el Café iguanas, en centrales camioneras y en el patio de una de sus casas donde crecían naranjas. A Marcelo, su hijo, le regalé un títere hace mucho tiempo y en familia hemos visto la serie de 24 una tarde algo helada por fuera pero tibia y familiar por dentro. Admiro de Socorro su tesón, su escritura y agradezco la amistad que me tendió cuando no conocía a nadie en el distrito federal y las reuniones de los miércoles en el centro mexicano eran como un escaparate hacia la buena vida. Una vez aunque me desvié como una hora la acompañé hasta taxqueña y platicamos muy a gusto en el camino. Agradezco también que venga desde Cuernavaca a fiestas en Xochimilco como agradezco mucho que hoy, haya tomado un autobús y que en el camino, mientras el camión daba la vuelta en la pera o serpeaba los desfiladeros verdes leyera o no esta presentación que está a punto de leerles.


Rodrigo


Pues ándele, anímese, es lo que Rodrigo me dice siempre que voy con él con alguna duda literaria, personal, revanchista o más. Y como es norteño dice también palabras como “Sí K”, “cheve”, “morro” y el apócope de órale: “ooora”. Los cuentos de Rodrigo cargan con un humor muy fino y sus personajes son personas desesperadas, aburridas, sin chiste a quienes les extrae una gota de belleza. Pero, los chistes de Rembao de: Soy Homero el trailero, el de batman, el del luchador y el de están todos contentos, simplemente nos y me han hecho reír tantas y tantas veces que le debo muchas carcajadas en estos cuatro años y también leer buenos cuentos. Gracias a él he conocido mucha gente y en su trabajo como periodista ha hecho muchas de las entrevistas que he querido hacer en la vida. Un día estuvo casi doce horas entrevistando a Michael Jourdain y a las edecanes del Consejo Mundial de Lucha libre y a Venessa Vauche, Charlyn Corral y a Flor Gervera, la flor mas bella de Xochimilco en fiestas pasadas. Inventa comidas, es fan del fútbol americano, cinéfilo y posee un repertorio de mp3 de música de los ochentas cuyas letras tienen tanto humor involuntario que bueno. Xochimilcazos, karaokazos, idas a la lucha libre a ver al Místico con él y Xóchitl, su esposa han sido parte de fiestas que hemos compartido, como hoy, gustosamente, esta mesa de presentación. Gracias.


Boone

Hay un muchacho ahí en la Fundación que te vas a encontrar, me dijo Toscana en un mail, es de Monclova, se llama Boone, seguro te va a caer bien. Terminé de leer el mail y entre líneas entendí la sugerencia de Toscana: también es mi amigo y el amigo de mi amigo pues es mi amigo. Y aunque no busco amigos por sugerencia lo cierto es que Boone es un buen amigo y no porque Toscana lo haya mencionado. Tiene una hija que se llama Marifer con quien he bailado en una posada en la fundación y a quien he llevado a los columpios. Su esposa, Tere, cocina muy rico y es un gusto seguir encontrando gente que será importante en la vida de uno. Poeta, narrador, maestro de primaria y muy monclovense es Boone. Me da gusto saber que cuando yo iba a Monclova a mis 18 y 19 años a vender ropa deportiva y andaba en esos campos secos y agrietados de fútbol, en ese aire polvoso y con una sensación a fierro por los hornos de AMHSA, muy cerca vivía un poeta joven que casi diez años después estaría en esta mesa compartiendo con ustedes su lectura de un libro que a los 18 ni siquiera sabía que estaba en mi camino. Y antes de terminar, quiero agradecer públicamente a la salmonelosis y a la tifoidea que le dio a Boone hace como una semana, fueron tan buenos virus que atacaron a Boone con el tiempo exacto para que fuera al hospital, lo internaran, saliera a recuperarse y pudiera estar aquí, esta noche.

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