Monday, June 05, 2006

Fui acomodador de atunes

Era noviembre del 2o02 y estaba fastidiado de tiempo completo, abúlico, cansado, triste. El dinero de la beca del cme era muy poco y la mitad se me iba en la renta. Amigos, no tenía. Ya daba clases entonces, pero un sábado me descubrí gris delante de mis alumnos y me pregunté: ¿pero yo qué puedo enseñarles más que mi depresión? Estaba, así, depresivo, con una tina de pintura que la hacía de mesa, silla, escritorio y escalera. Tengo que hacer algo, buscar amigos, no sé, me dije, tengo que buscar trabajo.
Y comencé a buscar trabajo, igual, sin ánimo. Necesitaba uno que me permitiera ir los miércoles al cme y que no estuviera lejos de Plateros, donde vivía entonces. No sé cómo fue que se me ocurrió buscar trabajo en Wal-Mart. Me imaginé acomodando los atunes o de cajero y me pareció la mejor idea que había tenido en mucho tiempo. Fui e hice fila. Me pasaron a una salita pequeña con sillas como de secundaria y luego me pasaron mi solicitud de trabajo. Me veía ya con esos atunes en las manos, acomodándolos en los pasillos, dándole un goce secreto a mi manía por acomodar las cosas cuando una mujer gorda, con vestido secretarial me preguntó que si ya había terminado.
Le entregué mi solicitud y me pasaron con la administradora. Era mujer de rostro afable, cabello castaño y un aire de tranquilidad que imaginaba, no tenían nunca los empleados de Wal-Mart. Leyó mi solicitud y entonces me di cuenta de mi primer error: no mentí.
¿Entonces estudiaste letras españolas?
Pero no terminé la carrera.
¿Y te gusta leer y escribir?
pero leo El Memín Pinguin y escribo acrósticos.
Después cometí el segundo error: me dio por tener ideas.
Ya vi que tienen una sección de libros, podría leerlos y escribir fichas de qué trata para que la gente los compre y...
No estás en el perfil, lo siento, me dijo la admistradora.
Salí muy derrotado. Caray, ni en el Wal-Mart me contratan. Del coraje entré a la tienda y, como no tenía nada qué hacer, me pasé como una hora viendo la televisión en la sección de aparatos electrónicos. Antes, pasé a la zona de frutas y degustaciones. Wal-Mart me ofreció no un trabajo, pero sí una comida. Ya, al irme, fui al pasillo de atunes y suspiré. Habría sido muy feliz acomodándolos nada más. Los habría puesto siempre con la etiqueta de la marca al frente, alineados, sin un desvío. Así todo el anaquel pero no me fue posible. Acomodé unos cinco, en el colmo del aburrimiento y me fui. Y aún falta mucho, en realidad, para encontrar trabajo. Creo, si no mal recuerdo, que incluso esa semana me corté el pelo a rape.

1 comment:

Anonymous said...

Yo también voy a Walmart si estoy triste, recuerdo haber perdido entre los pasillos muchas de mis horas más negras en este Imecas City. Sigo yendo aunque mis horas se han vuelto amarillas y rosas. Si estoy de mal humor, pienso: podría ser peor: podría trabajar aquí. Como hoy que la cajera estaba enojada y aventándolo todo, no me molesté, me dio lástima, me sentí afortunada de no ser cajera de Walmart.