Tuesday, November 21, 2006

Sólo la gente feliz cocina

Hace tiempo escribí esa línea en un cuento que aún halla su factura. Y resultó ser la mejor frase del cuento, tal vez por ello esa historia no funciona. Y a mí me gusta cocinar pero hasta hace tiempo no sabía bien para qué cocinar. Me preparaba los sandwiches más fast del mundo. Pero ahora, con O, me ha dado por esmerarme a la hora que decido cocinar.
El domingo le dije: Qué quieres, chiles rellenos o discada. Se quedó pensando unos minutos y dijo: ¡discada! Además, tiene razón, aquí en el d.f. es muy difícil encontrar un lugar donde vendan discada. Fuimos al Wal-Mart y compramos todo lo necesario. De regreso a su casa venía pensando en que yo nunca he preparado discada. Sí, sé el procedimiento y los ingredientes pero nunca me había puesto a, en realidad, cocinarla. Pero no me amilané. Sólo la gente feliz cocina, pensé entonces en ese fragmento del cuento que antes se llamaba "Serpientes" y ahora se llama "Villaldama". Es una historia breve, un hombre sale de la ciudad porque se pelea con su mujer y el camino lo lleva a Villaldama donde conoce a un cazador de serpientes. Esa es la historia.
O me dijo que ya me pusiera a preparar la comida y le hice caso. Corté primero el tocino, la carne de res, la arrachera y las salchichas para asar, después corté los pimientos, la cebolla y el tomate mientras ponía a cocer papas y zanahorias. En el comal, en tanto, puse a freir unos tomates para la salsa. Ya con todos los ingredientes listos pasé los tomates a la licuadora, le puse un poco de agua y después metí un diente de ajo que ya había tostado en el comal. Le puse un poco de cebolla y la molí. Después puse la salsa a hervir.
Mientras, en un sartén, -la discada necesita de un disco, de ahí su nombre y yo no tenía más que dos sartenes y una olla- puse a freir el chorizo y después agregué el tocino, la salchicha y las carnes. Se sofrieron un poco y las aderezé con pimienta, unas gotas de limón y más cebolla en polvo. Mientras, en la olla, puse a freir el resto del chorizo y ya que estaba caliente eché el resto de los ingredientes además de un poco de agua.
Aquello comenzó a hervir y me acordé de un fragmento de un cuento que viene en el libro de Dejaré esta calle, un cocinero que hace una discada pero con carne de zopilote. Nada más me reí cuando puse a sofreír tambien el tomate, los pimientos y la cebolla. Al final coloqué todo en la olla y me puse la salsa de tomate que ya había hervido y, como toque final, un tanto de cerveza, un medio vaso.
O mientras tanto hacía una trabajo pendiente y yo me puse a hacer un guacamole con el resto de la cebolla, el tomate y le puse crema y un poco de leche. La casa olía a hogar y afuera hacía mucho frío. Casi hora y media que empecé a cocinar probé la salsa de la discada y sabía deliciosa. Cuando la serví en los platones el mejor cumplido que recibí fue que O se comió su porción con una sonrisa en la cara y disfrutando la comida. Sobró mucha pero en la noche nos hicimos tortas de discada. El pan estaba un poco frío pero la discada caliente, lo entibió. Y fue un buen día de comida y de no salir de su casa. Aún quedan pendientes los chiles rellenos. Igual y se los prepararé el otro domingo que vienen unos amigos a comer a casa.

2 comments:

Anonymous said...

sólo la gente feliz escribe como tú, además

A. said...

muchas gracias por tus comentarios, Ramón