Sin embargo, no soy hecho de estas tierras. Yo soy de Monterrey. No sé dónde leí que el optar por los regionalismos en una forma un tanto decadente de pensar, o una manera de encerrarse a las posibilidades del Mundo. Pero no me importa. Cómo me gusta ser de Monterrey. Cada ciudad tiene su estigma, su forma particular de arrear a su gente y marcarla. Aquí van las mejores cosas o sensaciones que me gustan de Monterrey sin orden de importancia.
- Ir en un camión de la ruta Moderna mientras baja por la calle de Arteaga rumbo a Félix U. Gómez, depreferencia sentado junto a la ventana y con la ventana abierta.
- Ir al cine Rally, ordenar uno jochos con frijoles, ponerles queso amarillo y entrar a ver una película pasada de estreno.
- Puede ser una locura, pero cómo me encantó darme cuenta de mi provincianismo cuando vi de noche el puente atirantado desde la prolongación de Morones Prieto.
- Las noches en el barrio antiguo son inmejorables. Vas por las calles cerradas a la circulación y sabe a tanto al juventud que intenta entrar a los bares donde se emborrachará, agasajará y vomitará sus tristes problemas.
- Me gusta mucho caminar por la calle Madero en la noche. Pasar de largo por Zuazua, Dr. Coss y llegar hasta los tacos de Madero.
- La casa de la cultura con su vagón me trae recuerdos de largos años con talleres y presentaciones de libros.
- Nada como una carne asada en el patio de un amigo o en el patio de mi casa mientras todos andamos ahí, de un lado al otro, con el taco en la mano y al cerveza en la otra y te sientas y sabes que todo está bien, estás en casa.
- El calor es nefasto pero a veces sin ese calor no seríamos regios.
- Me gusta la calle que pasa por mi casa, cuando bajas desde Ruiz Cortínez y se ven a lo lejos las chimeneas de Fundidora, el horno No. 3 y la chimenea No. 1. esa que Montenegro inmortalizó en los vitrales del Aula Magna.
- También disfruto mucho ir por Ruiz Cortínez en la noche rumbo a la casa.
En fin, se me fueron las ganas de escribir.
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