Tuesday, November 21, 2006

Siglo XXI

Carmen tiene cáncer en el colon y hace un año los médicos la dieron por desahuciada. Pero Carmen y su esposo Ruben se aferraron, se aguantaron, les dijeron que no. Las cuatro noches que Carmen agonizó en el hospital, me dice Ruben, me puse a escribir y escribí todo lo que la quería y todo el enojo que iba a tener si se moría. Y lo dijo aún con dolor, recargando el dolor o el recuerdo en las palabras. Yo miré nada más a Carmen quien me sonreía desde la cama. Ahorita, me dice Ruben, le quitaron casi ocho metros de intestino grueso y todavía no oye muy bien, de un oído perdió todo la capacidad y del otro oye muy poco. Así que me inclino a ella para pedirle que me platique algo, lo que quiera. Cuéntame un recuerdo bonito, le digo y los ojos de Carmen se iluminan. Me dice que conoció a Ruben en una boda y en la noche ya vivían juntos. Y Ruben sonríe.
Mientras la escucho otras personas de AINDAC recorren los pasillos del Hospital de Oncología del Centro Médico siglo XXI regalando despensas y hablando con los pacientes. Cuando me despido de Carmen voy a otra cama donde está una mujer ya anciana quejándose porque le arden la vena donde le acaban de poner un medicamento. Su hija, que es maestra de español para extranjeros, la mira con un poco de mortificación. Me presento con ella mientras la madre me mira de reojo con curiosidad. Hola, soy Antonio, vengo también con la gente de AINDAC y me gustaría que platicáramos. Ella asiente. En realidad, le digo, vengo a dar un pequeño tallercito de escritura. Se me queda viendo con ojos perplejos.
Cuando la enfermera se va entramos al cubículo y nos ponemos de platicar los tres. Les digo que me dedico a escribir y que me trajeron los de AINDAC para hablar con ellos y mostrarles que uno puede escribir para recordar y recordar las cosas buenas de la vida y recordarlas precisamente, aquí, en un hospital. La señora sonríe y me dice: yo sé qué podemos escribir. Y su hija y yo nos ponemos atentos. Un libro de maravillas. Y me cuenta que es una maravilla que hace seis meses la operaron en ese hospital y al día siguiente ya estaba de maravilla. ¿Eso es una maravilla, no? Y sonreímos. Qué padres están sus zapatos le digo y la señora sonríe: sí, verdad, ni parecen cómodos pero están muy cómodos. Las dejo escribiendo y me voy a otro cubículo.
Cuando llegué al hospital y vi a los enfermos entré en shock ¿Qué hago aquí? me pregunté. Aquí a nadie le interesa escribir o ponerse a escribir. Y me sentí estúpido al pensar que había desarrollado hasta un programa para darles un taller a los enfermos y sus familiares. Pero ahora me sentía fuera de lugar. Una de las voluntarias se acercó y me dijo: como que no se presta para el taller, verdad. Asentí pero ella simplemente me tocó el hombro y me dijo, nada mas platica con ellos.
Así que entré a mi primer cama y platique con Alicia. Su papá estaba dormido y lleno de sondas y se quejaba cada cierto tiempo. Pero Alicia y yo nos pusimos a escribir. Le escribió una larga carta a su padre con todo lo que le importaba y todo lo que lo quería. Y recordó que una vez le había regalado, cuando ella era niña, una falda muy bonita y unos zapatos muy padres con los que salió a una peregrinación. Al final del día sólo pensaba en Alicia escribiendo frente al ventanal de la habitación y con su padre postrado junto a ella. Esas son las historias que deberíamos de buscar en este mundo casi siempre, y siempre, doloroso.

5 comments:

rosa gonzalez said...

Tonio tengo una duda sobre tu blog: son historias reales? hoy si se me salio la lagrima ca'
No me hagas eso. Eres un heroe, y nomas preguntale a pancho (si algun dia lo ves)sobre todo mi trip con los super heroes.
Ai stamos pues, la Rosy.

A. said...

no, Rosy, este sí es bastante real... bueno, en realidad todos los textos que pongo son reales. Solo en el blog de instinto sí pongo ficción, pero en este, todo es real. Y nombre, Rosy, deberías de ver con qué cariño se miran Ruben y Carmen, eso está bien chido, claro, la enfermedad, no.

Jan de la Rosa said...

.... y luego me preguntas que por qué leo este blog y soy fan y no lo cambio por nada?

Traduces lo que vives en una ficción para aquellos que nunca seríamos capaz de tener esas experiencias.
Yo nada más me hubiera puesto a llorar.... y me quedaría helada frente a esas tragedias.

Creo que lo que quiero decir es que te admiro mucho, y en muchos sentidos. Ya está, lo dije =)

Alma Ramírez said...

en los hospitales siempre hay un sinfín de historias, como en todos lados, tal vez la diferencia sea que en algunos casos, ahí ya sabes -o intuyes- el desenlace. Tu experiencia la entiendo, aunque no me haya involucrado en un proyecto como el tuyo. Por cerca de dos o tres meses fue mi segundo hogar mientras cuidaba a mi mamá, que murió de cáncer, de eso hace ya dos años. Sonará raro tal vez, pero ahí, mientras pasaba noches junto a su cama, el tiempo parecía detenerse y luego alargarse, cuando por el contrario afuera la vida seguía corriendo a la misma velocidad de la que tanto nos quejamos a veces. Creo que desde ese entonces no he leído tanto como en esos momentos. Gracias Toño por compartirnos la vivencia, de verdad. Un abrazo.

Anonymous said...

ola..soy amigo de carlos velazquez,un español q gusto de mexico...y a traves de el de tus textos...este me llego profundamente...es humano y bonito...gracias...lo mio en http://alamoana.spaces.live.com/blog/ saludos, amigo desconocido