Thursday, February 22, 2007

FICCO cucarachilla.

Nunca había ido a una inauguración de nada. Mis pretextos eran muchos: la gente, el glamour que no poseo, el snobismo a todo lo que da. Pero ayer, O me animó a ir a la inauguración del FICCO en el Cinemex de plaza Antara, en Polanco. Al llegar había una alfombra roja por la que pasaba en ese momento un par de viejitos que no reconocí. Adentro, en los amplios espacios de la plaza, estupendamente diseñados, aplauso a los arquitectos, se movía demasiada gente con bebidas en las manos y charlas que iba entre los óscares, que uno había visto a Gael García o bien, que "alguien" le iba a enseñar a otro "alguien" a escribir su guión cinematográfico.
Yo iba con el presentimiento de que, a pesar de que esta ciudad tiene 20 millones de habitantes, con toda seguridad me iba a encontrar a conocidos. O y yo fuimos por unas bebidas y comenzamos a caminar entre las principesas y principesos, entre intelectuales y edecanes que camiban con apuro o charlaban entre las mesas cuando escuché el primer Toño de la noche. Si había una persona a quien no pensaba ver precisamente ahí, en el FICCO de Polanco, era a Oscar Dávid López. Nos saludos efusivamente y más tarde llegó Tellez Pons y luego, más tarde, apareció Ira y su novio.
¿Dónde terminó la noche? No fue en la majestuosa sala de plaza Antara, (diseñada, insisto, para hacerte olvidar que estás en el Distrito Federal). No terminó en algún lugar de moda, ni en un bar preciosista. No. Terminamos en unas quesadillas a un costado del metro insurgentes, Oscar poniendo canciones de Lupita D`alessio y todos comiendo quesadillas de hongos con queso o de bisteck. En una mesa de al lado comía un grupo de cuatro mujeres con la marca indeleble de la ceniza en la frente, en una esquina un par de jóvenes bebían y bebían mientras les lanzaban miradas de reojo a la amiga de Oscar y a O. Yo estaba serenamente sosegado. Comía, me reía, le hacíamos bromas al resto de los comensales. Cosas mínimas. Cuando salimos, pensé que en ese momento eramos un mercado nada objetivo para el FICCO. Es decir, el FICCO no está diseñado para la gente que come quesadillas en el metro Insurgentes o afuera del Metro Constitución de 1917. El FICCO, qué cosa tan naif. Ya nos habíamos despedido de Oscar y cia cuando pensé en realidad cómo se llamaba el lugar al que habíamos ido a comer quesadillas. Las cartas decían: "Quesadillas la Cuchara", pero en el cartel en la pared, con letras redondas y rojas, decía: "Quesadillas La cucarachilla." No importaba. El mundo, como dice Ciro Alegría, es ancho y ajeno.

3 comments:

Óscar David López said...

Zzzzzz: chido. Yo tampoco pensaba que te encontraría ahí, ni a O. Pero qué mejor.

Así es el norte, se dispersa, se pierde, no se recuerda, pero siempre en una FICCO, luego, se aglomera, se reencuentra. Cool.

Nomás que no era la D'alessio. Era Rocío Durcal, con La gata bajo la lluvia.

Saludos.

Òudi-Lò

yanmaneee said...

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Unknown said...

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