Llueve en la ciudad. Un vaho neblinoso se adhiere a las paredes. El tráfico es el mismo. Con sol o con lluvia, con neblina o sin él, el caos es tradicional. Me sorprende un poco el frío. No es que no lo esperará, desde anoche se sentía ya la baja temperatura, pero al amanecer, apenas lo vi tras la ventana, empecé a sentirme un poco más cómodo, más agusto. Me gusta el frío. Creo que en el frío se dan las cosas buenas, por ejemplo, se puede percibir el calor de las demás personas. Tal vez, en realidad, me gusta el calor, y el frío sólo hace que pueda sentirlo de mejor manera.
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Ayer volví a escribir. Tenía desde mediados de agosto que no escribía nada. Es decir, para mí, escribir, tiene más que ver con un proyecto, no con un cuento que salga por ahí. Claro, a veces ocurre, pero básicamente intento escribir proyectos de libros. No considero escritura cuando aparece un texto libre. Es decir, lo es, pero no lo considero así. Pero ayer, cosa rara, inicié un nuevo proyecto de libro. Como ahora me dirigiré a la literatura juvenil, el libro, creo, es para jóvenes. Veamos qué sale.
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Lentamente acomodamos la casa. No ha sido fácil. A veces unos muebles me gustan a mí, en otras no. Pero acomodamos la casa. Creo que quedará bien. Al menos no ese caos en el que vivimos. Lentamente la hemos ido modificando y hoy, creo, nos entregan las cortinas. Es que, no están ustedes para saberlo (pero Iván y Mar sí lo saben), pero las ventanas de la casa son sólo unas colchas que una buena amiga me regaló hace cinco años. Como no estaré este fin de semana en la ciudad (Tuxtla y Acapulco) los cambios se detendrán todavía una quincena, pero seguiremos.
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En mi nuevo trabajo leo, corrijo, transcribo, reviso y vuelvo a revisar. Un libro lo leo tres veces. Me volví un revisor. Es algo que me gusta. No habían ni pasado tres días desde que la Fundación terminó cuando ya tenía dos ofertas de trabajo. Tomé la que me pareció más tranquila. Ahora soy un hombre que revisa. (pero no revisa luego cómo escribe en su blog)
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Tal vez, por los cambios, he estado un tanto enfadoso estos días. Me altero con facilidad. Eso, aunado a varios trabajos de free-lance que tomé me mantuvieron copado tarde, noche y fines de semana del mes de octubre. Quiero cerrar ciclos, es lo que me digo. Pero creo nunca se podrán cerrar. Este fin de año, como sea, me esperan muchos vuelos y carreteras de nuevo. Ah... y la dieta, ahora sí, hasta terminarla.
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