Salen de todas las calles, las invaden estridentes, sin orden, como una puñados de piedras cuando caen de lo alto. Uno toma una piedra. El resto de la marcha, esa víbora de cabezas y cuerpos, de mochilas al hombro que gritan "Dos de octubre no se olvida, dos de octubre no se olvida" se aleja, se repega a las aceras, al lado opuesto de la calle donde un grupo combativo: camisas sueltas, pasamontañas, gorras con la imagen del Che; otros con pelos afilados y de colores, se acerca a la sucursal de Santander Serfin. El de la piedra mira hacia atrás. Arriba los helicópteros continuan estáticos. Hace unos minutos hubo enfrentamientos en avenida Reforma con los granaderos. La primera piedra sale y rompe los vidrios. Le siguen otras. Es en ese momento cuando entro a la marcha, cuando me escondo junto a las pancartas de la Universidad de Chapingo. Y seguimos, a paso lento, los cuerpos alejados unos de otros. Rostros morenos, miradas nerviosas, viejos combatientes, jovenes que bromean, algunos más que fuman, le dan forma a la caravana que ahí va, mansamente, adormilada, por avenida Doctor Río de la Loza.
Cuando pasamos frente a televisa veo cómo los vándalos: los de los bates de hierro, capuchas, con mochilas donde se multiplican cohetones, sprays y manoplas, atacan las primeras camionetas de Televisa. Al rato, entran en montón en un OXXO. Los cristales al caer arrastran nuestro ánimo. Alguién grita de miedo. Entonces, atrás de nosotros, aparecen los puercos. Son varias decenas de puercos todos ellos, con sus cascos azules, con sus escudos de plástico, las macanas listas, las que invaden y nos cierren el paso. Arriba siguen los helicópteros escalonados. Los de la policia, los de televisa y tv azteca maniobran encima de nosotros. A vecese se remontan y se van pero regresan a dar vueltas sobre nuestras cabezas.
Alguien grita que formemos vallas. Y nos vamos, nos abrazos y los puercos siguen atrás pero no me mueven. En algún momento veo por dónde puedo escabullirme de la marcha pero todas las salidas están copadas. No queda más que seguir adelante. Así seguimos. después del OXXO los vándalos robaron un Viana. En Madero tiraron un cohetón a una joyería que estaba cerrada. Al final llegamos al zócalo. Todo el que ha marchado alguna vez lo sabe. Toda marcha termina en una disolución. Se evapora la gente. Así terminó ese dos de octubre que sí se olvida. No el otro, el de a deverás. Ese que no se olvide nunca.
A veces me cuenta de cómo estuvo. Me cuenta gente que sí estuvo. Me habla de los balazos, de la entrada de los tanques y de la histeria. No sé qué pensar. Esta ciudad tiene una historia espesa hedionda, a veces una historia de llamas olímpicas y triunfos. Es lo único que puedo decir.
Subscribe to:
Post Comments (Atom)
No comments:
Post a Comment