Monday, November 08, 2004

Fusilamientos

"Me da vergüenza perder de esta manera, por eso pido disculpas a la afición pues solitos nos complicamos, sobre todo por los lesionados que tenemos y el que yo no esté bien tampoco ayuda, esto es una vergüenza." Eso dice Franco, el goleador del Monterrey, después del tiro a gol que fue ayer el partido del Atlante-Monterrey en el Azteca. Y recuerdo que le dijé a Mónica, así, con mucha emoción y alegría: qué te parece si en vez de la exposición de fotos nos vamos al estadio Azteca. Mónica titubeó un poco pero después, ya no sé si contagiada por mi emoción, dijo: me gusta, órale (esa es una de sus frases).

Así que nos fuimos en taxi hasta el Azteca Cañedo. Compramos boletos para platea baja, nos comimos unos tacos de crujiente longaniza con salsita verde o de alambre con su pimiento y rajas de cebolla asada y después entramos al estadio.
Los dos equipos peloteaban en la cancha en el ejercicio de calentamiento. Nos ubicamos, nos pegó el sol, platicamos, vimos cómo poco a poco la porra Tito Tepito del Atlante se ubicó detrás de la portería de sombra y mientras buscábamos afanosamente a la parra regia perdida entre esas estocadas de atlantistas que se desperdigaban a nuestro alrededor. Le decía a Mónica, vamos a ganar, somos un buen equipo, aguerrido, peleador y ella simplemente decía que pronto iba a caerle el sol y que quería una gorra.
Cuando el partido empezó yo estaba tranquilo. Finalmente iba a ver jugar a mis Rayados del Monterrey. No cansaban de alabar y decirle a Mónica de la valentía de Franco, la elegancia de Veiga, la juventud de Perez, la destreza de potro loco de Erviti, el tesón de Rotchen, las cualidades de vatos locos de Peralta, Serafin, el Alvin y finalmente la severa tranquilidad de Cristian Martínez.
Al final del primer tiempo, con tres atlantistas con tarjeta amarilla, una penalty regio fallado, dos goles en contra y un jugador expulsado por los Rayados le decía a Mónica, somos un equipo aguerrido, nos vamos a levantar; pero muy en el fondo sabía que era difícil. Ella ya nada más estaba acomodada muy bien en su asiento, con su gorra de plástico lila, viendo, como con la mirada perdida, el campo de juego y a un niño vestido de Superman al que luego fue y le puso bloqueador solar ante la mirada entre agradecida y nerviosa de la madre. Rayados no ha ganado de visitante más que una vez en todo el torneo. Además el señor atrás de nosotros me tenía enojado porque a cada rato nos decía codos (es que acaso los defeños no tienen más imaginación para criticarnos) y que eramos unas locas y que la ciudad era fea y yo pensando en navajas.
Dice la crónica hoy en espn que los goles en el segundo tiempo cayeron al minuto 47, 50, 55, 64 y 79. Yo nada más recuerdo ver el piso mojado por la cerveza y escuchar los gritos, y al Chamagol poniéndose esa gorra del Chavo de Ocho, y al señor atrás de nosotros gritar con la garganta acá, abierta, filosa, aguardientosa e imitando el acento norteño mientra decía: "Es que acá en la capital somos muy espléndidos, cuñao". Dice también la crónica que por Monterrey anotó Luis Perez al 57 y vaya que gritamos el gol. Caray, vaya que lo gritamos porque fue el único canto de esperanza en toda el partido. Claro, atrás de nosotros el señor dijo: "Huy, que miedo, ya nos empataron 5-1, ahora sí" y luego: "Pinches flacos norteños, no comen más que frijoles, tortillas y chile para no gastar" y yo pensaba, traemos el agua desde 600 kilómetros, estos se al roban de los estados de al lado.
Nos quedamos hasta el final. Los regios morimos de pie, me cae. Después, Mónica consumida por el sol y yo con los siete relinchos en el alma salimos del estadio a una explanada que me pareció más sucia que antes, más vacía, más muerta que nunca. Recogí mi mochila en el puesto de tacos, Mónica se encontró un monedero en las escaleras de un paso peatonal y nos fuimos de ahi a otra parte.
Dice que Franco que el partido fue una vergüenza. Dice Herrera que el equipo no mostró carácter, contundencia. Pregunta Mónica que cómo es posible si Monterrey dominó el balón todo el partido. Yo me pregunto simplemente un ¿Por qué? pero recuerdo al señor de atrás que, al momento de despedirse, dijo: Oye Panchito, nos vemos, que Dios te bendiga y al Chamagol poniendose su gorra del chavo del ocho después del sexto gol y diciendo: "No me lo tomen este gol a mal, fue sin querer queriendo" O "es que se me chispoteó.

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