Son las 11:38 de la mañana. La muela me duele. Hace rato fui con Isabel a la farmacia y en el camino ella me contaba cómo aprendió a manejar. Luego, ya en la oficina, mandé un pendiente por mail a Andrés y luego René intentó hacerme una broma pero se contuvo. Luego le pedí sus discos. Tenía un mp3 de Los beatles. Así que estoy aquí escuchando I'am olny sleeping y Here, there and everywhere. Cada momento entonces nos lanza al pasado. Los viejos mueren de tanto recuerdo que olvidan, de quedarse vacíos. Siempre que escucho a los beatles invariablemente me remonto a la preparatoria siete oriente con su pasillo de cemento y con las bancas donde cada rato cagaban los pájaros. Canciones como And your bird can sing, for no one y got to get you into mi life me remontan a esos salones de muros de ladrillos donde Aneida, Rafa, Mónica, Fabían, Ángel y Dora me parecían los mejores amigos del mundo. Que soy cursi, me vale. Los recuerdos son los que valen la pena. A veces pienso que conforme crecemos odiamos cómo fue que llegamos a donde estamos.
En esa prepa la pase bien caminando todas las tardes rumbo a la Estancia atravesando los condominios blancos. A veces nos deteníamos a comer algo en alguna tienda y luego reanudábamos la marcha. Pasábamos por un gran llano donde una vez me bañaron con huevos, harina, coca, yeso, pinturas y no se qué mas por motivo de mi cumpleaños. Teníamos una casa, la casa de Costas del sol donde organizábamos fiestas de pizzas, cocas y finalmente cervezas en nuestro aire de niños fresas. Ahí jugábamos con la ouija y un día en la vida nos habríamos de acordar. Qué lejos, incluso, ya eran los beatles para esos 1993 y 1994 pero nosotros los cantábamos con gusto mientras en clases Chavana nos hacía reir y la maestra de literatura nos hacía leer a Jorge Ferretis y a Juan Rulfo. Cada noviembre íbamos a la carrera piel roja donde los hombres corríamos 10 kilómetros y las mujeres cinco. Ahí andábamos, mojados de sudor o de lluvia (siempre llovía en esa carrera) y a veces escuchábamos a eleanor rigby en las radios portátiles (ni sueños de que existieran los discman, recuerdo incluso cuando una maestra ya en al facultad no habló por primera vez de la internet y todos pusimos cara de asombro).
Ahora, diez años han pasado. Los vi a todos este diciembre en Monterrey. Mónica vivió un rato en Canadá, Aneida se casó, Dora estuvo un tiempo viviendo con Jim, su esposo, es Oregon y volvió. Ángel se casó también el año pasado. Fabían ahora toma fotografías, Rafa sigue siendo el mismo aun y cuando trabaje en El Norte y yo ando acá, en el d.f. Los beatles, válgame, que mal terminé este segmento.
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