Sunday, October 23, 2005

En fiesta de Julián

Ayer fui a una fiesta. Una fiesta de disfraces. Cuando pienso en una reunión donde la única condicionante para que te sirvan bebidas es, que vayas disfrazado, no puede dejar de sentirme en uno de esos viejos castillos venecianos, con chicas hermosas, protegida su belleza por antifaces, y principitos con aire de quien sabe, puede conquistar el mundo.
Y me pienso como en el Decamerón de Boccacio, donde las doncellas de la ciudad asediada por la peste, huyen hacia una finca y, para matar el tiempo, deciden contarse historias.
Así me sentí ayer mientras estaba en la fiesta, con mi negra máscara de zorro puesta y grupos de niños y niñas bien que bebían, felices de la vida, ignorando los azotes de Stan, las muertas en Juárez, el paso destructor de los violadores en la noche defeña. Y comprobé que las chicas hermosas protegían su belleza con antifaces y los jóvenes príncipes se sentían dueños del mundo.
La fiesta era del buen Julían Etienne y sus hermanas Sofía y Mercedes. Ahí estaban parte del staff de la revista El Polemista, revista que probablemente no salga más a la luz (y sería una lástima, era y es una revista que apuesta por la lectura crítica y especializada). Vi a Guillermo, el editor de una revista nueva, El inquilino, que publica reseñas del libros. Debería de haber una cultura de la reseña, pero ah, es mucho pedir, lo sé.
Tomé un par de Cosmopolitan y unas rodajas de pan con trozos de tomate con vinagre mientras platicaba con Haydé y Nadia. ¿De qué se habla en las fiestas? De todo y de nada. Al rato llegó Mariana y Julían, vestidos de vaqueros y se quedaron un rato ahi, con nosotros. Cuando menos nos dimos cuenta ya era la una de la mañana. Guillermo bajó con nosotros. Guillermo es delgado y no tan alto. Mientras nos entregaba un ejemplar de El Inquilino a Haydé y a mi, nos dijo: "Debería de haber mas bondad en el mundo y no tanta ironía, y no lo digo por decir algo irónico". Tomé la revista y la hojeé. "En serio, lo digo en serio, debería de haber más bondad". Miré a Haydé y lo único que pude contestar fue: "Intención la hay y la ironía es una forma dolorosa de querer ayudar". Guillermo se despidió y regresó a la fiesta.
Y la fiesta de disfraces continuó, con su jovenes poderosos y sus chicas hermosas bailando y platicando en la noche y con los palacios defeños alumbrando en la noche historias medievales.

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