Tuesday, January 31, 2006

ILCE

ILCE. Me cambié el dos de junio del 2004 a las oficinas del ILCE en la torre Zafiro. NO voy a hacer amigos, pensaba, orgulloso, voy a trabajar, a tener más tiempo para leer y escribir. Y sí, el ILCE me dio mucho tiempo para leer y escribir, el suficiente para poder tramitar con calma las becas del fonca y de la fundación y el tiempo suficiente para poder corregir el libro de cuentos de los días atrás y el tiempo suficiente para irme a Morelia, Veracruz y Morelia, Tampico y Monterrey varias veces. Hoy que bajaba por sus escaleras con la mochila repleta de buenos deseos y miraba los escalones grises recordé la mañana que nos evacuaron por una amenaza de bomba y la tarde que a las dos y cuarto tembló y nada más sentí el bamboleo suave del edificio, un pequeño salto de hormigón, acero y ventanas que me aterró. Y bajé por las escaleras por las que a veces iba al cuarto piso a saludar a Lucifer, Oswa y machacar a Edith porque era de Querétaro y ella nada más me decía: reeeegio, con toda la burla en las cinco letras.
ILCE. Me cambié el dos de junio del 2004 y al mismo tiempo, guardaba la esperanza de hacerme muy amigo de la gente de ahí. Y hoy, mientras bajaba las escaleras grises, aún dentro de la torre de Zafiro, recordé el pulgar arriba con el que Raúl deseaba buenos días, los chistes de Heidy, la mirada traviesa de Laura, cuando Isabel llegaba a mi cubículo a preguntarme como estaba, los chistes de doble sentido de René Cejudo y Alex, la siempre dispuesta discusión sobre sintaxis cno Gladys, el grito y la risa de Paulina.
Hace tiempo escribí aquí que, en pulcra oficina me habían preguntado qué dejaría por escribir. Ahorita pienso y veo que siempre digo que he dejado esto y lo otro o aquello. No he dicho lo principal. He dejado personas. Buenas personas. Y eso es muy difícil encontrar en el mundo o a veces uno no quiere encontrarlos en el mundo porque es mejor decir sí, que todo apesta, nada sirve, tal vez por que nos gusta ver el mundo con pocas posibilidades. En fin. ¿Qué dejarías por escribir? me pregunto otra vez. He dejado personas pienso hoy que fue mi último día de trabajo y mi último día de vivir en aquella casa en Perisur con Ana Camarillo y pienso que a veces sería bueno no hacerlo, a veces, aunque te lances de nuevo a la batalla, me gustaría saber que tengo una casa allá atrás, una casa mía a donde volver. ¿Es la escritura esa casa?

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