En la oficina platican de nada. Son tan tontas sus charlas, más bien las charlas del ocio se pierden siempre en una maraña de nada, en tiempo perdido. ¿Qué es lo que importa? me pregunto, en realidad qué es lo que importa. ¿ Importa acaso la mirada de una desconocida? ¿Importan acaso las ideologías? ¿Las formas de la vida? Quisiera hablar con Dios en este momento. No es este momento el que importa sino los pasados. No se puede mostrar la felicidad y cortarse de tajo pero esa ventana donde ocurre, cuando ocurre, ese pequeño tiempo es entonces como un pequeño fragmento de lo que debe de ser la vida eterna. A los hambrientos el olor a comida les causa placer. A los que padecen insomnio un cerrar de ojos es un bálsamo, un gramo de sueño, un gramo de sueño.
¿Pero qué es lo que importa entonces? ¿Vestir a tus hijos para fiesta? ¿Abrazar un cuerpo que se deja abrazar? Debe de haber un pensamiento y una sensación que no acepten negativas ni peros. ¿Es la muerte acaso lo único cierto?
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