Mi amiga Claudia parece provenir de una estirpe de trapecistas. Su cuerpo esbelto y moreno como un día de julio se desliza lo mismo entre fiestas o trabajos. Hace mucho tiempo estudiaba historia y no era raro encontrar en su boca palabras como Ramsés, Nabudoconosor y Asurbanipal Un tiempo estuvo en guerra contra el sueño. Al llegar la noche se preparaba con libros y controles remotos y después de mucho batallar terminaba dormida a las cinco de la mañana rodeada de almohadones y páginas de letras palíndromas. El mejor recuerdo que tengo de ella se remonta a una tarde, en una feria de libros. Fiel amante del retraso, llegó a nuestra cita pasada más de hora y media ycuando yo ya estaba embrigado de portadas y títulos serios. Apareció de la nada con un globo rojo atado a la muñeca de su mano., seguida por un enjambre de enanos con tricotes, hombres en zacos vestidos de ángeles, dragones chinos anaranjandos de crestas rojas y un barullo de payasos, mimos y ventrilocuos. Atraída por esa fuerza de gravedad multicolor me gritó a lo lejos sin poder salirse de ese cauce y yo alcancé a agitar la mano con desesperación sin poder alcanzarla. Lenta, inexorablemente, la perdí de vista en esa muchedumbre y sólo bailoteaba su globo rojo en el aire como si fuera una doncella recién despierta después del beso del príncipe.
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