Sunday, January 09, 2005

Un lugar limpio y bien iluminado

Uno de los cuentos más famosos de Heminwgay tiene que ver con esas palabras. El asunto es sencillo. Un cantinero limpia su barra mientras un camarero va y le dice que acaba de entrar uno de esos hombres que se ve, tardan mucho tiempo en irse. El camarero quiere irse y lamenta que ese hombre haya llegado justo cuando pensaba irse. El cantinero le dice que con el frío que hace afuera, muy bien él quisiera encontrar un lugar limpio y bien iluminado para descansar si anduviera perdido en la noche sin ganas de regresar a casa. El cuento termina cuando el cantinero se va a casa.
Carver, el gran cuentista norteamericano Raymond Carver, titula uno de sus cuentos "Un lugar limpio y bien iluminado" en referencia al cuento del nobel norteamericano pero no recuerdo muy bien de qué se trata. Pero la historia, el germen inicial del cuento me parece un detonante sin par. ¿Qué puede hacer uno en un lugar limpio y bien iluminado?... Muchas, muchas cosas.
Las historias o lo que da pie a las historias se encuentra en cualquier parte. Hace semanas, un mes tal vez, mientras platicaba con mi amiga de internet más antigua (vive en Chile, en Talca para ser más preciso) y se llama Nancy me dio por preguntarle cómo era una mañana tranquila en su negocio (Nancy tiene un café internet). Ah, bueno, me contestó, me levanto. Salgo de la casa, abro, limpio las máquinas, las mesas,a comodo las sillas, luego enciendo el servidor y ya, espero a que lleguen los usuarios. Sin embargo, mientras me contaba más sobre esa mañana de sus ya 36 años sentía una guadeña internándose en mi vientre, punzando con lentitud, con esa fino dolor que da toda buena historia.
Los cuentos son, creo, una de las tantas maquinarias del asombro. La novela te extenua, te adhiere a su lomo, cose tus palabras en tu imaginación y el cuento también pero de una manera condensada. Un día, pronto, tendré que escribir esa historia de la mañana en un café internet en un pueblo a dos horas de Santiago de Chile y lo titularé "Un lugar limpio y bien iluminado".


Otra historia

Es viernes. Noche. El metro de la ciudad de México pasa desangelado y difuminando su larga estructura anaranjada por las vías de la línea 2. Cuando llego a General Anaya, debajo del reloj, en una base de cemento que la gente utiliza como banca, encuentro a dos amigas. Esperamos a que lleguen los demás y una vez que los seis estamos (cuatro mujeres y dos hombres), nos encaminamos a comprar la rosca, luego al carro y finalmente en el tráfico defeño todos los regios que vamos ahi (cuatro para ser más precisos) lamentamos por momentos la lejana tranquilidad norteña.
La casa de Rous es para nosotros como un recinto sagrado. Está prohibido entrar ahí con la bilis o la traición en la mano. Afuera se quedan las maledicencias y enconos. Rous es una agradable mujer de 40 años que nos conmueve siempre con su hospitalidad. Su casa es pequeña en espacio pero significativamente grande para cualquiera. Ya adentro nos encontramos a Rodo. Sin dilatación nos tiramos en los sillones, en la cama. Una amiga abraza a Valente, un gran muñeco de manta del tamaño natural que sonríe siempre y tiene el pelo café y ensortijado. Los acomodamos poco a poco y después de la cena y las risas nos entablamos en juegos de preguntas y respuestas. Iniciamos muy banalmente con preguntas sexuales pero poco a poco nos adentramos en la índole del corazón. Y todos llevamos la sinceridad en la mano.
Las historias, como dije antes, no necesitan una predisposición. Salen en los momentos menos sospechados. Ahí me enteré de una historia: una niña le pide a otra, un poco mayor, que le muestre su cuerpo. La pequeña es insistente pero la mayor se niega. Cada que la ve le dice: muéstrame tu cuerpo. Muéstrame tu cuerpo. Cuando finalmente la mayor accede y se desnuda, el rostro de la pequeña es tal que la mayor se viste rápidamente y sale a esconderse a su cuarto.
No pasan más de quince minutos para que la pequeña vaya y la busque. Cuando la mayor abre la puerta la pequeña (no tendrá más de diez años) le dice: "Gracias". De esta manera el hechizo se ha completado o intentará completarse después. Dice la mayor que nunca más va a olvidar el rostro de sorpresa de la niña pero más que nada, lo que ella intuyó miedo, no era otra cosa más que admiración; no porque el cuerpo haya sido una Venus, sino porque era un mundo nuevo.
He ahí otra historia.

Epílogo a un domingo no sangriento.

No me gusta el americano. Lo confieso con mi alma de futbol llanero y libertad bajo palabra. Siempre me pareció un juego extremadamente complicado en su sencillez: llevar una pelota del otro lado del campo. En la facultad de comunicaciones me decían: entra al equipo, serías un buen liniero defensivo. Yo: mutis. Pero ayer, mientras esperaba a que dieran las once para iniciar mis clases en la escuela, me puse a jugar con Max, el hijo del director de la escuela. Max no tiene más de cuatro años. Intenté jugar americano con él, y mientras le explicaba las sencillas reglas del juego comenzó a gustarme. Luego hoy, enciendo el televisor y está el juego Indianápolis contra Denver. Qué paliza y qué emocionante.
La vida debe ser una conjugación del todo: estar dispuesto a ver el Aleph del que Borges nos habla en su magnífico cuento. Hace días le decía a alguien: a veces nos olvidamos de nuestros primeros amores. No me refiero con ello a nuestras parejas si no a nuestras pasiones, es decir, dejar que nos siga seduciendo el mundo y luego retransmitirlo en nuestros códigos.
Mi amigo Fabian y Angélica se siguen sorprendiendo con cada imagen y hacen clic a sus cámaras fotográficas. Algo en los colores sigue que Yuri y Brenda se mentengan con el pincel en mano y según Lety toda buena historia merece ser llevada al cine. Yo pienso que, mientras vivamos, gente como Criseida, Rodrigo, Parra, Toscana, Minerva y más, nos seguiremos manteniendo con la idea firme de que toda buena historia debe de ser contada porque en si, la historia de este viejo mundo es digna de ser contada y de ser oída: ya sea de hombre que esperan lugares iluminados, niñas que piden ver el cuerpo de una mujer o una paliza 28-3 en el americano.

1 comment:

Anonymous said...

Pikoso, andale andale. Ya sé que tu eres El extraño "reToño" de Diana Salazar. Jajajaja. Visitame más: http://ladoncelladilatada.blogspot.com/