Estoy cansado. La dieta me ha domesticado. Como ya no por hambre, sino porque dice que son tantas y tantas porciones de carne o verduras. A veces paso por las panaderías y aminoro el paso para respirar el aroma de las empanadas. Hago lo mismo con los puestos de tacos. O me pregunta: ¿cuánto falta para el "mantenimiento" y yo sólo sé que falta mucho. Veo a los flacos que se retacan de lo que sea y me dan envidia, pero, al mismo tiempo, con un extraño mecanismo de autodefensa, veo todo lo que la gente come en un día y pienso que sólo somos máquinas de comer. La comida nos rodea a diestra y siniestra. Qué autocontrol, me dice B cuando ve que escribo en mi diario de dieta (sí, tengo un diario de dieta), que comí brócolí ayer y hoy. A mí me gusta el brócoli, pero no dos veces a la semana.
Hay días que la ciudad de México se vuelve aun más caótica. Hoy, desde las ocho, estaba la ciudad alerta a las manifestaciones. Cuando pasé frente a gobernación, todavía no llegaba ninguna pero ya estaba Bucareli cerrada. Pasé etnre las vallas ante la mirada aburrida de los policías y luego me metí entre las calles de la colonia Juárez. Es un caos que yo no vivo puesto que estoy a tres cuadras de la Fundación, a diez de casa de O, a otras tantas del centro histórico. Puedo, literalmente, moverme en esta ciudad caminando. Yo sí camino la ciudad.
Nunca hablo de mi vida en la Fundación. No sé por qué. Una vez encontré un blog de un chico que había pedido la beca y no se la dieron y sus amigos decían que la fundación se había perdido de algo muy bueno. Y conozco amigos con mucha trayectoria, sea lo eso signifique, que tampoco han estado aquí. Yo me sigo preguntando por que, yo sí. No creo que tenga que ver con el talento, tal vez con una conjunción extraña de muchos elementos. A la Fundación la amas pero también la detestas en algún momento. En la Fundación trabajas y escribes mucho, pero también es imposible a veces no perder el tiempo. Aquí adentro se vive la tensión y distensión de la vida. A veces todos los cubículos están ocupados y un aire febril inunda las máquinas pero también hay días vacíos, donde sólo un par o dos se arriman a sus monitores y el resto se mueve en silencio con un libro bajo el brazo. Pero hace unos días caí en la cuenta de que sólo restan seis meses más de beca. Y se me hizo un nudo en la garganta. Pensé en el "allá afuera" y cómo será estar de nuevo allá afuera. Aquí adentro todo es tranquilo, ¿cómo será volver "allá afuera"? Y me dije, bueno, tengo seis meses, debo apurarme para que los idus de septiembre no me encuentren desprevenido.
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