O se quejaba de que hace mucho que no me esmero en mi cuidado personal. Claro, he subido algunos kilos, traigo una hueva espantosa y también, hacía más de dos meses que no lavo la ropa. Es decir, en lavandería. Así que hoy, decidido, miro el bulto de ropa y me digo: vamos a la lavandería. Y bajo de mi departamento con la pesada bolsa al hombro. Espero en Chapultepec, sigo por Dinamarca y cuando llego a la lavandería la dependienta me sonríe. Le digo que quiero la ropa para mañana y le digo mi nombre. Entonces ella pone cara de circunstancias y dice: !Ay, joven, creo que la vez pasada a la otra señora se le olvidó darle una bolsa de ropa! Y yo: ¿ropa? ¿cómo? Y sale la señora de detrás del mostrador y va hasta el anaquel y me enseña una bolsa más que mediana y sí, asisto entonces con sorpresa al descubrimiento de que sí, yo tengo una camisa naranja, unas de cuadros, una café, un par de sudaderas para dormir... casi diez camisas y más ropa.
¿Sí es suya, verdad?
Sí, claro que es mía.
Y voy cayendo entonces en la cuenta de que claro, cómo fue que había olvidado diez camisas. Digo, una se te puede olvidar, dos, probable, tres, entendible pero.... ¡diez camisas! Salgo contento de la lavandería. Hoy, sin saberlo, asistí a mi compra de ropa más espectacular y también, la más barata. Sólo era cuestión de, sí, lavar la ropa en montón.
2 comments:
Creo que si andas medio mal. ¡Cómo se te pueden olvidar diez camisas! Pero qué felicidad.
me alegraste el dia con el post
enhorabuena por la recuperada de la ropa, siempre es grato cuando suceden cosas asi...
un abrazo
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